Prólogo

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Rodrigo miró de mala manera a los dos chicos sentados frente a él. Eran, realmente, las personas más aburridas que había conocido en su vida. Bueno, no tanto, es decir, eran sus mejores amigos, pero detestaba que siempre se negaran a salir de fiesta con él.

-¡Chicos, por favor! -dijo Rodrigo, casi suplicando-. Les juro que se van a divertir mucho más de lo que se imaginan. Además, ¿hace cuánto que no salimos de joda juntos?

Ivan y Tomás suspiraron al mismo tiempo.

-¿Qué le encontrás de divertido a ver como tu amigo se va con la primera que encuentra y te deja tirado? -replicó Ivan, molesto. A él le gustaba salir con Rodrigo, pero no le agradaba para nada el ver como se enredaba con cualquier mujer.

Carrera quiso defenderse, pero Tomás no lo dejó hablar.

-Lastimosamente, concuerdo con Ivan, Rodri. Siempre que salimos juntos nos dejás solos, además de tener que hacernos cargo de tu borrachera y cuidar que no salgas herido por peleas estúpidas que se te ocurre ocasionar.

Rodrigo no podía negar que ambos tenían razón. Pero, ¿acaso ellos no pasaban el tiempo con ninguna chica?, eso era muy extraño, desde su punto de vista.

-Bien. Lo admito, tienen razón. Juro por Barry que esta noche no los dejaré ni un minuto solos, ¿está bien para ustedes?

Los otros dos presentes rieron mientras se miraban.

-Está bien, será mejor que cumplas tu promesa; porque si no va a haber consecuencias de por medio. -dijo Tomi.

-Eh, ¿qué pretendés con esa amenaza?, tarado -respondió Rodrigo, ofendido, dándole un golpe en la cabeza, y a punto de darle uno a Ivan por reírse.

-No es una amenaza, solo una advertencia, Rodri.

Rodrigo rodó los ojos, dándose media vuelta y conteniendo las ganas de romperle la cara a Tomás.

-Bueno, ¿entonces los veo a la noche?

-Tal vez.

-Espero que no me decepcionen.

-Eso esperamos de vos -respondió Ivan, ensanchando una sonrisita que no parecía muy confiable.

-Ajá, lo que digan.

Rodrigo abrió la puerta de la biblioteca y se marchó a su siguiente clase. En cambio, Tomás e Ivan se la saltaron y se quedaron conversando, aprovechando que la biblioteca estaba vacía.

𝗘𝗡𝗧𝗥𝗘 𝗡𝗢𝗦𝗢𝗧𝗥𝗢𝗦 › 𝗋𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇𝗍𝗈𝗆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora