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POV: Venti.
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Otro día más. Otra mañana más ignorando las estúpidas llamadas telefónicas de mi padre. Siempre me saca los mismos temas: «Que si por qué dejé la universidad» «Que si cuándo volveré a casa» «Que sí heredar la empresa y dejar de hacer las supuestas tonterías que me gustaban» Bla, bla, bla...
Después de hacer la cama y quitar las llamadas perdidas de las notificaciones, bajé a la cocina y me dispuse a hacerme un desayuno. Durante el proceso me di cuenta que apenas quedaba comida, por lo que tendría que ir a la tienda, pero bueno, podría aprovechar también para sacar la basura, esto a veces parece una pocilga gracias al desorden.
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Hora: 9:47 am.
Al cerrar la puerta de mi casa, me quedé de pie observando la casa de en frente, alguien se había mudado, era una novedad, normalmente nadie quiere vivir en esta calle.
Me deshice de aquellos pensamientos, pues no servían de nada, ahora tenía un vecino, y ya está. Seguí de largo mi camino hacia el basurero y después me dirigí a la tienda.
No tenía demasiado dinero, sí, era heredero de una gran empresa pero desde que renuncié a eso, decidí que también renunciaría al dinero de mis padres, ganaría mi propio dinero y viviría mi propia vida. Así que esto es lo que hay. Compré las cosas que vi necesarias para como mucho 4 días y pagué el dinero correspondiente.
En el camino a casa ocurrió lo peor...Un par de gatos me acosaron, no paraban de seguirme y frotarse en mis piernas, mi alergia no lo soportaba más, corrí hasta llegar a casa y me dejé caer junto a la puerta en señal de alivio.
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Cuando finalmente se acercaba la hora, me metí en mi habitación y me preparé lo más elegante que pude, lo cierto es que tampoco agarré demasiada ropa de la casa de mis padres...
Pero eso no importa, lo único que me importa en este momento es... mi espectáculo, aún faltaban dos días para el gran espectáculo, pero aunque lo de hoy no sea más que un ensayo, me emocionaba como si fuera el gran momento.
Hora: 17:42 pm.
Sin más, me apresuré a ir a Daydream, la taberna donde trabajaba.
Al llegar, me encontré con mi compañera, Bárbara, hablando animadamente con los clientes. Y a Diluc, mi jefe, se encontraba vigilando a los bebedores, especialmente a uno de ellos, su hermanastro, Kaeya.
Colgué mi abrigo y fui a ayudar a Bárbara, que cargaba con demasiadas botellas y vasos.
Los clientes me saludaban y me hablaban sobre el gran espectáculo, me alegraba saber que yo no era el único emocionado por el evento.
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Cuando finalmente el último cliente pagó y se fue, ahí es dónde empezaba la magia, valía la pena estar media hora más, con tal de ensayar.
Tras esa media hora de ensayo, me sentí muy satisfecho, todo estaba bien coordinado, cada uno sabía lo que tenía que hacer, definitivamente será el mejor espectáculo que podrán presenciar.
Me fui a casa con esa satisfacción, no tardé mucho en quedarme dormido ya que no solo estaba contento, sino que también cansado.
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