Tecleaba sin sentido ni coherencia las letras del computador, sin siquiera poder redactar consecutivamente dos fonemas, no estaba en la capacidad de escribir el informe y sinceramente tampoco quería plasmar tal estupidez, lastimosamente tenía un cargo importante y tenía que dar ejemplo así que el deber me llamaba y pensándolo bien si no ocupo mi mente ahora en esto el coronel tomaría poder y acabaría con la carrera que tanto me costó, deje de garabatear en el documento y empecé con una presentación muy formal, seguida del nombre de la víctima, características y el lugar de los hechos, pero cuando deseaba escribir este ultimo mi mente divago por un momento y mis dedos pararon por unos minutos largos en la tecla G, esa hermosa letra que me recordaba a la divina y celestial Greta, fue la más hermosa hasta el momento, lo inquieto de su mirada y lo espectacular de su figura, era como observar las magníficas olas que van y vienen sin rumbo fijo y su piel aromática, blanca y tersa se unía armoniosa con sus senos pequeños y su cabello cobrizo, pero, lástima, que lastima que el hermoso rojo de tus labios se convirtiese en un morado opaco fuerte y que nadie más podrá volver a observar sus iridiscentes ojos azul rey.
– Sargento Mayor, permiso para comunicarle algo, señor – enérgicamente me hablaba el cabo Alex, uno de los mejores en su rango, tal así que pronto sería ascendido.
Salí por un momento de mis profundos pensamientos y con rapidez conteste – Permiso concedido, Cabo, descanse – Mi sexto sentido podía deducir muy bien qué era lo que quería decirme, pero no podía demostrarlo, al hacerlo estaría cavando mi propia tumba y lanzándome a ella y yo aún no estoy lista para ser atrapada.
– Apareció otra muerta Sargento, esta vez tenía la letra G grabada con un fierro en la frente, no estábamos equivocados, este asesino es un psicópata, está matando a cada una de sus víctimas con el propósito de completar el orden del abecedario, podría asegurarle que tal vez no descanse hasta que llegue a la Z señor y no hemos podido encontrar ningún otro patrón que nos ayude en su hallazgo, el pueblo está atemorizado, temen por sus vidas, con su permiso Sargento yo opinaría que debemos poner uno de nuestros hombres a las personas según las letras de sus nombres como ya lo habíamos hecho en una anterior vez y entendería que no aceptara porque no funciono, pero déjeme de decirle que había muchas personas con la inicial F y no pudimos abarcar a cada una de ellas para su protección y aunque suene ridículo tal vez si no hay nadie con el fonema H desprotegido que es la siguiente letra, tal vez se desespere y cometa algún error, este pueblo es relativamente pequeño, podría funcionar, ya que es una letra poco común – Hablaba con un poco de tristeza en su rostro – ¿Qué opina su señoría? – preguntaba totalmente inquieto.
– Está autorizado Cabo, por favor empieza a buscar el papeleo del pueblo y pon el aviso en las noticias locales – Le anuncié con firmeza.
El cabo Alex tenía toda la razón para preocuparse y era totalmente entendible, su pequeña hija de tan solo 5 años tenía un nombre peculiar, Haile, de las pocas personas de este pueblo con la siguiente letra en peligro su princesa lo tenía era obvio que no quería que le pasase nada, ella era su mundo, por ella vivía y luchaba cada día por ser el mejor, pero si pudiera hablar le recomendaría estar más tranquilo, mi próxima víctima no sería una chiquilla tonta de la cual no pueda disfrutar su dolor, quiero un hombre, uno que me divierta, a quien pueda atormentar y sentir con descaro su sufrimiento, además lo necesito bien concentrado, no puedo perder a uno de mis mejores cabos, quien intentaría buscarme si no es el mejor de su clase.
– Gracias Sargento, permiso para retirarme – pidió con un poco de calma en su rostro.
– permiso concedido Cabo – lo miré tiernamente, mientras me levantaba para regalarle un abrazo – Tu hija estará bien Alex, lo prometo – susurré con amabilidad en su oído.
Con tranquilidad correspondió mi abrazo y en poco segundos se empezó a alejar, él sabía muy bien que tenía deberes y yo también, así que se despidió en lo que corría hacia la oficina del comisario como un niño pequeño y travieso, pero yo no podía dejar de pensar en Greta, sus inefables gemidos, sus sensuales movimientos, su dulce voz, sus fuertes gritos de auxilio y sus gestos cuando la vida se separaba de sus ojos, lo sé, puede que muchos piensen que tal vez me obsesione mucho con ella, pero ella fue quien se obsesionó conmigo y tenía que calmar su sentimiento, pero era mejor que dejara de imaginar tan magnificente encuentro, tenía que dejar mi loca excitación para otro momento porque aún no terminaba el informe y faltaba media hora para entregarlo.
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El caso del abecedario
Randomconocerás el lado mas oscuro de los hechos de una mente psicópata, pero, ¿podrás soportarlo?