La tentación de seguir vivo se me hace cada vez más inalcanzable. He vivido una vida bien vivida mujeres he tenido y fortuna no me hicieron falta. Sin embargo aquí estoy; en el lecho inmensurable de mi muerte y solo.
Fred estaba en una cama en el hospital, arropado por sabanas blancas, escuchando el zumbido de su respirador. Su vista periférica era muy leve pero conseguía ver a las enfermeras pasar por enfrente de su puerta, podía oírlas, pero no conseguía entender nada es como si estuvieran a km de él.
Miraba a su alrededor como los rayos de sol entraban por la ventana medio abierta. Suponía que hacía buen ambiente; lo suponía porque Fred en sus últimos años siempre tenía frío. Realmente la habitación brillaba de blanco como si fuera el mismo paraíso.
La ciencia dice que el oído es el último órgano que deja de funcionar. Para Fred no era su caso; pues se encontraba sobrevolando su cama, viendo aquella cara arrugada que sin duda dejo de ser su rostro. Fred de joven era un chico atlético, fuerte y envalentonado. De hecho el peso de sus palabras más de una vez le metieron en problemas.Fred - Estaba muriendo en aquel momento, y a nadie parecía importarle-
No comprendía nada en ese momento, como podía dolerle el pecho, si estaba fuera de ese cuerpo viejo y frágil.
- Dios, éste dolor es insoportabe-
De pronto una máquina comenzó a pitar. Ahora si podía escuchar todo, lo oía perfectamente.
Enfermera 1 - ¡Corre! llama al doctor!-
La otra enfermera fue corriendo; la que se quedó empezó a masajear el pecho, me preparaba como una inyección.
EL doctor entró en la habitación, no parecía tener prisa, miró mi cuerpo inerte entre las sabanas blancas y observó a la enfermera.- ¡No hace falta!- Exclamó el doctor. - Es muy mayor, y le ha llegado la hora-. La enfermera se quedó con la inyección entre las manos. Siempre me acordaré de ella. Aunque nunca pude hablarle; cuando llegué; entré con un cuadro multi orgánico. Solo percibía que era una mujer muy sensible. Enseguida se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Me consuela-.
Si al viejo Fred le consolaba que alguien llorara por él.¡Aunque fuera una desconocida!
Enfermera 1. - ¡Deberíamos llamar a la familia!-
Enfermera 2. - No tene a nadie, llegó aquí como seis meses y ni un pibito paso a verlo Chee!- Fred se dio cuenta del tono argentino. siempre les hacía gracia como hablaba esa gente.
El médico puso una sabana sobre el cuerpo del anciano.
Doctor. - Llamar a los celadores, ¡que se lo lleven al deposito!-
La habitación en cuestión de segundos se quedó vacía, no comprendía que debía hacer ahora. ¿Donde está ese famoso túnel? o ¿La luz brillante? Acaso está es la existencia de vida. Estamos destinados a vagar por el planeta sin causa ni motivo. ¡A lo mejor era su infierno! No habría redención para él.
Allí estaba suspendido en el aire como si de simple humo se tratara. No podría decir que tuviera miedo, pero tampoco sintió esa paz de la que alguna gente en vida había dicho que había experimentado.
- ¡Todo mentira! ¡Todos farsantes! ¡¡¡YO OS MALDIGO!!!!- Gritó Fred furioso.
La luz de aquella blanca habitación empezó a oscurecer; pero era temprano. Fred miró por la ventana, aquella entre abierta y el sol estaba mas o menos un poco más alto que del edificio del hospital, no eran más de las 11:15 Am. Pero miró atentamente al exterior, los coches circulaban, la gente andaba mientras charlaban y otros iban escuchando música. ¡Pero todo estaba más oscuro! Miró al sol, los rayos no le hacían daño a sus ojos - si es que tenía ojos-. Pensó Fred. Pero ese sol era negro, solo los bordes resaltaban luz, como si de un eclipse se tratara. Ahora si comenzó a tener miedo, aquella rara oscuridad iba a comerselo. Olvidado por siempre jamás en el vacío de la nada.
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PRESENTE
SpiritualA veces nos dejamos llevar por tesoros que nada nos aportan en nuestra vida del día presente, los guardamos para un futuro, que jamás vamos a llegar a vivir.