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Izuku estaba en su dormitorio, postrado en su cama y sin mostrar signos de movimiento. Con una situación medianamente critica.

A pesar de estar en su dormitorio, —con permiso del doctor, y con asistencia de enfermeras— todo el lugar estaba sumamente irreconocible. Aun con sus cómicos posters por todas partes, o con las figurillas de acción en cada rincón. El lugar simplemente había dejado de gritar "Izuku" por donde fuera que vieras, y ahora simplemente se reducía a estar.

De forma muy dolorosa para todos los chicos de la clase A.

Todos habían ido a visitarlo, intentando no molestar demasiado, o no alterarlo en las escasas ocasiones en las que Izuku había permanecido con los parpados abiertos, pero suficientemente desenlazado de su alrededor como para considerarse si quiera consiente.

Todo había comenzado tres días atrás, cuando en una de las patrullas como pasante Izuku había chocado con un chico de forma muy casual, y desde ahí todo había ido en picada.

Y la forma en la que se presentó la enfermedad había sido suficientemente repentina como para descartar un resfriado común. Además, los síntomas se habían presentado de una forma fuerte. Calando en todos los sistemas del pecoso de forma dolorosa, formando un espectáculo para nada agradable.

Además, aún no habían logrado dar con el chico que activo su quirk en Izuku. A pesar de haber descubierto hace dos días que él había sido la causa del estado del pecoso.

Y todo estaba tan mal.

Los profesores no sabían qué hacer, y nadie podía encontrar algo que pudiera ayudar de alguna forma a Izuku.

Eso sino hasta que, al final del tercer día de enfermedad, y después de la visita de los amigos cercanos del peliverde. Llegó una visita inesperada a la habitación de Izuku.

El de cabellera rubia dejó a los amigos del pecoso desconcertados al verlo entrar, y aún sin palabras de por medio, abandonaron la habitación. Dejando a Katsuki solo junto al enfermo.

Katsuki mantuvo su expresión seria durante un rato más, pero en cuanto el pecho de Izuku dio un pequeño salto debido a un espasmo, la preocupación de Katsuki se mostró en sus facciones.

El pecoso comenzó a temblar levemente por el frío. Katsuki no pudo quedarse quieto.

La mirada escarlata dio un leve escaneo a toda la habitación. Buscando algún lugar en donde podría haber más mantas.

En cuanto las suaves y cálidas telas estuvieron en sus manos, comenzó a extenderlas sobre el cuerpo de Izuku con cuidado, y por sobre la ligera manta que ya estaba cubriendo al menor.

Desde afuera, el gesto se vería gentil. Con la preocupación latente en el rostro de Katsuki, y sus movimientos cuidadosos al cubrir el tembloroso cuerpo de Izuku.

—Idiota —bufó en cuanto dio por terminada su tarea, escudriñando con la mirada para asegurarse de que no hubiera piel pecosa expuesta al gélido aire de la habitación.

Un suspiro resonó en el silencio de la habitación.

Katsuki apoyo sus rodillas en el suelo alfombrado, inclinando su torso hacía Izuku, y recargando sus manos en la suave tela que cubría la cama.

Su mano vagó sin dirección, tanteando la tela y dirigiéndose lentamente hacía Izuku. Formando hondas sinsentido en la tela felpuda.

En cuanto el valor llegó con claridad a su mente, la yema de sus dedos ya recorría con lentitud el rostro de su rival. Comenzando por la firmeza en su mandíbula, pasando por las suaves y redondas mejillas, y terminando con delinear la forma de su puntuda y diminuta nariz.

Kacchan llora por las noches.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora