8: La decisión.

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Séptimo mes.

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Elizabeth pasaba lentamente su mano sobre su estómago de embarazada ya muy visible. A veces, todavía le parecía increíble el hecho de que fuera a tener un bebé, es decir, ¡Iba a traer una vida al mundo!, ¡Una mini personita con su ADN y el de Meliodas! Si un año antes le hubieran que saldría embarazada era casi cien por ciento seguro que se habría reído y hubiese rodado los ojos.

Porque un año antes Elizabeth no estaba preparada para ser madre, se negaba a serlo, y la verdad era que aún no estaba preparada, sentía temor y nervios, apenas podía cuidar de ella misma y de Meliodas (porque seamos sinceros... Él no sabe cuidar ni de si mismo), sin embargo, eso no significaba que no fuera a querer a su bebé, porque estaba segura de que lo iba a amar con cada latido de su corazón.

Sonrió con ternura y su corazón latió desbocado cuando sintió las patadas de su pequeño, o pequeña.

Porque aún no sabían que sería y se suponía que estaban por ir con la doctora otra vez para volver a intentar ver el sexo del bebé, por ello Meliodas llevaba media hora arreglándose para salir. Y se supone que Elizabeth debería estar emocionada por finalmente saber que sería, pero simplemente no lo estaba. Por alguna razón sólo quería quedarse en casa tontear con sus amigos en twitter y buscar nombres para su bebé.

Porque Barbie y Donatello no eran una opciones. Y por supuesto que Meliodas jr tampoco.

De hecho... Ya tenía una nombre que le encantaba y quería contarselo a Meliodas.

—Corazón, ¿Estás lista? —Preguntó el rubio después de encontrar el zapato que le faltaba y resignarse a que no encontraría su anillo de bodas (Si, lo volvió a perder).

—Mmm... Mel, ¿Puedo hablar contigo un momentito?

—Si, claro, ¿Qué pasa? —Preguntó al tomar asiento a su lado y darle toda su atención. Elizabeth se veía ligeramente angustiada e indecisa, eso lo supo desde que entró en la habitación. Conocía a su esposa tanto como ella a él—. ¿Está todo bien?

—Si... Es solo que he estado pensando sobre lo del bebé y...

—Eli... Por favor dime que no quieres abortar mi amor, porque creo que ya es un poco tarde para eso.

—¡¿Qué?!, ¡No!, ¡Cómo puedes creer que yo quiero algo así!

—Ok, ya, ya, tranquila, ¿Si? —Intentó tranquilizarla poniendo sus manos en sus hombros y dándole una mirada de “Todo está bien”, Elizabeth solamente resopló y comenzó a jugar con sus dedos, los cuales a los segundos fueron sujetados con suavidad por las manos de su esposo—. ¿Hay algo que vaya mal?

—No... Sólo... Creo que... Ya sabes cómo soy, siempre he sido inquieta y me ha gustado la adrenalina, la emoción de descubrir algo nuevo o llevarme una sorpresa, ese sentimiento de felicidad y satisfacción al... Bueno... Ash, no sé cómo explicarte, es solo que ya no...

Ella se quedó en silencio unos segundos con la mirada fija en sus manos entrelazadas con las de Meliodas y luego lo miró a él, que le veía totalmente confundido tras escucharle divagar.

—Yo, creo que quiero dejar esto a la antigua.

—¿A la antigua?

—Si... Yo, ya no quiero saber el sexo del bebé, a fin de cuentas, estoy completamente segura de que sea lo que sea lo voy a amar. Ya sea niño, niña o incluso un unicornio. Me gustaría vivir los siguientes meses con la emoción de no saber que será hasta que nazca. A fin de cuentas, eso es lo que lo hace divertido, ¿Sabes? Y yo... Yo quiero dejarlo a la suerte, que sea lo tenga que ser. No sé si tú piensas igual...

What is the baby?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora