La sensación de que algo me rozaba la nariz fue lo que me despertó. Al parecer, había tenido una noche difícil, porque mi espalda descansaba sobre la dureza del suelo... y esta textura, ¿me había caído de la cama mientras dormía? Además, ¿el aire acondicionado seguía encendido? Porque el frío que comenzaba a sentir mi cuerpo no era normal. El verde grisaseo de un césped que está expuesto a la luz de la luna recibió toda mi concentración cuando abrí los ojos. Me puse de pie casi de un salto, en guardia.
—¿Dónde se supone que estoy? —le pregunté a la nada, mirando a todas partes con pánico.
Estaba en un claro, o eso era lo que me parecía en la oscuridad que me encontraba. Las grandes copas de los árboles se extendían metros y metros arriba, cubriendo con sus hojas la posiblidad de recibir más luz. Di un giro de trecientos sesenta grados, parecía estar en medio de un bosque. Mis pies se movieron por todo el lugar, como si estuvieran buscando una salida. Caminé hacia el borde del agua, como si en ella pudiera hallar la respuesta al por qué me encontraba ahí. Mis piernas temblaban, bacilantes, con cada paso que daba, ¿y si algo salía de las tinieblas para comerme? Hace unas horas estaba en la comodidad de mi casa, ¿por qué había llegado a este lugar? ¿Acaso mi familia se había aburrido por completo de mí y me habían abandonado en la mitad de la nada? Ese último pensamiento me hizo mirar sobre mi hombro, buscando los rostros familiares de mi padre, mi madre y mi hermano mayor. Parecía que no se encontraban por ninguna parte. Bien, si ese era en realidad el caso, esperaba que estuvieran muy lejos ya.
Al llegar al borde del estanque me di cuenta de que este estaba rodeado por una especie de flor morada, no podía distinguir muy bien el color por la oscuridad, tampoco podía estar segura de saberme el nombre de dicha flor. No era una experta en el tema, pero conocía las suficientes como para estar segura de que este tipo no lo había visto nunca en la vida. Alcé la vista al cielo, la copa de los árboles formaban un círculo perfecto al rededor del claro, proporcionando una vista despejada del cielo estrellado. Me arrodillé, curiosa por las flores que crecían alrededor de mis pies. Estiré con cuidado los dedos, con la intención de apenas y rozas con las yemas los pétalos. Resultaron ser suaves al tacto, pues una especie de pelusilla crecía sobre ellos. Modifiqué el rumbo de mi mano, esta vez sumergiendo los dedos en el agua. Estaba helada.
Una poderosa y repentina brisa me hizo sacar la mano, por completo asustada.
Algo se acercaba.
Sentí un retumbar venir del cielo, así que, de manera instintiva, alcé la mirada hacia arriba.
—Pero ¿qué...?
La enorme silueta de un dragón surcó los cielos estrellados, tapando con su sombra la luz de la luna.
Las piernas me flaquearon, presas del pánico, ¿qué se supone que hiciera si ese bicho bajaba y me encontraba aquí? Con un fuerte aleteo de sus alas, el dragón siguió impulsándose hacia adelante, lo cual fue más que suficiente para que me cayera sobre mis nalgas, muerta de miedo. Estaba segura de que mi rostro en este momento era una gran mueca de terror. Me arrastré por el piso apoyándome en mis manos y mis tobillos, sin dejar de mirar al gigante ser alado, hasta llegar al tronco de un árbol, el cuál usé para tapar mi cuerpo. No podía hacerme notar.
Sentía el corazón latirme en el pecho, incluso cuando el dragón por fin terminó de pasar. Ahora era más que obvio que tenía que salir de aquí a como diese lugar. ¿Debía de irme detrás del dragón?, ¿detrás de una criatura mortal que puede acabar conmigo en un abrir y cerrar de ojos? No, no me parecía una buena idea.
Me puse de pie, esta vez lista para correr por mi propia supervivencia, y fue ahí cuando me percaté que no llevaba puestos los zapatos. Me detuve en seco, no podía caminar en la oscuridad así. Volví a ver a mi alrededor, sólo que esta vez estaba un poco más preocupada por encontrar una salida, la que fuera. Entorné los ojos para ver si lograba ver mejor entre toda la oscuridad, pero fue en vano. No distinguía otra silueta que no fuera la de las plantas. Maldije por lo bajo, ¿en qué momento de mi día todo había comenzado a ir tan mal?
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Pyrofita
Teen FictionSe necesita de una pequeña chispa para provocar todo un incendio. Vera Winther acaba de experimentar un suceso único en el universo: su dimensión se ha acercado mucho a otra y ella, aunque no lo quisiera, ha pasado por un pequeño portal hasta el otr...