🌹Capítulo 7🌹

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Rosa, bajo su mirada a sus dedos, los cuales comenzaron a moverse, jugando entre sí (Parecía que estaban teniendo una batalla entre ellos, mientras que Ella era la testigo)

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Rosa, bajo su mirada a sus dedos, los cuales comenzaron a moverse, jugando entre sí (Parecía que estaban teniendo una batalla entre ellos, mientras que Ella era la testigo). No miraba otro lugar que no sean sus dedos, ya que, no se animaba a levantar su mirada. No tenía valor para hacerlo, y ver la mirada de la mujer, acusadora o cualquier otra mirada que la tensara más.

Quería desaparecer o irse, aunque eso último no podía hacerlo, ya que, sus pies, parecían no querer moverse de donde estaban

Su cuerpo no respondía a sus órdenes, experto sus dedos que seguían jugando con entre si.

- ¿Cómo?

Preguntó la mujer, sin poder creer lo que había escuchado.

Rosa, al escuchar hablar a la mujer, levantó su mirada, para poder mirarle.

Las facciones del rostro de la mujer comenzaron a cambiar, al escuchar a la joven, pedirle ayuda para escapar.

Rosa, sabía que la sorpresa en su rostro no iba a tardar en aparecer, ni bien le preguntó eso. Sabía que era una locura lo que le había dicho, pero era una locura que estaba dispuesta a aceptar con tal de salir unos minutos de su casa.

- ¿Qué?

Preguntó nuevamente la mujer, que todavía no salía de su asombro.

Ella, quería confirmar si lo que escuchó era verdad, y no fue su loca cabeza, haciéndole una mala pasada en ese momento.

- Como escucho, quiero salir

<Voy a disfrazarme para que mi madre, no me descubra, por eso te pedí el vestido

- Pero jovencita ¿Acaso sabe lo que me está pidiendo? - Preguntó - Es una locura esto

Dijo la mujer, que seguía sorprendida ante la situación.

Rosa, al escuchar eso se entristeció.

Ella, sabía perfectamente que su respuesta podía ser negativa, pero, esperaba equivocarse, y que la respuesta sea otra, pero, claramente, eso era imposible que sucediera.

La mujer, termino de poner la colcha en su cama. Mientras que arreglaba, Rosa le habló:

- Por favor, se lo pido - Suplicó - Sé que es muy peligroso, pero puedo yo encargarme del pedido que mi madre le pidió, haciéndome pasar por una de ustedes

La mujer, sin dejar de arreglar, ni mirarle, le dijo:

- Pero jovencita, su madre, le descubrirá. No puedo hacer eso

- Te juro que no lo hará, préstame uno, me disfrazare y veras que no lo hará ...


<Esa princesa, así lo hizo y creo que no le descubrieron. Es que no me acuerdo esa parte, porque me dormí

La mujer, solamente, río al escucharle decir eso.

- Rosa, esa princesa pertenece a un cuento que invento a alguien. Claro que no la descubrieron, porque para que el cuento siga no debían hacerlo, porque si la hacían, terminaba, pero eso es cuento, solo cosas así pasan allí ... pero lamentablemente esto es la vida real, donde eso no pasa, así que acá, si podrán descubrirte

Rosa, se mordió el labio inferior, al darse cuenta, de la gran estupidez que dijo hace segundos.

Que tonta. Debo dejar de creerme que me pasará todo lo que leo》 Pensó Rosa, para si misma.

- Ojalá que la vida real sea como los cuentos - Susurró Rosa

La mujer, se limpio las manos, rozándola entre si, una con la otra, mientras que le decía:

- Es una pena

Rosa, le miró al decir eso.

- Probemos y vemos

La muchacha, le miró sorprendida, ante lo que le dijo, Rosa.

- Rosa

La llamó, pero, esas palabras no le importo a la jovencita, que parecía no querer dar vuelta atrás con su idea.

- Necesito salir un rato de mi casa, estoy cansada de estar acá encerrada.

<Si me visto así, Ella, no me reconocerá y me dejara salir. Te pido por favor, necesito salir - Suplicó Rosa

- Entiendo su insistencia, pero es muy arriesgado, no quiero meterme en problemas. Y ¿Si su madre, se entera? - Preguntó - Me echara y no quiero que lo haga, necesitó mucho este trabajo


- Te prometo que no se enterará, y si se entera me echare la culpa, como la que planeo todo esto, no permitiré que te echen y si lo hace te conseguiré trabajo

Ojalá no me descubra, y no la eche ¿Dónde le conseguiré un trabajó? ¿Por qué dije eso?

La mujer, le quedó observando muy dudosa, demasiado dudosa.

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Luego de 40 minutos, la misma mujer entró de nuevo a la habitación de Rosa, con un vestido - tan sucio, feo y roto que tiene - en sus manos.

- Hay esta ... el vestido más manchado, sucio y roto qué encontré

Dijo, mientras le entregaba el vestido.

- Gracias

Agradeció Rosa, mientras agarraba el vestido.

- Este vestido, es más o menos igual a nuestros uniformes, solo que este está muy mal, ya lo viste, peor del que tengo ahora

<Planeaba tirar hace días, pero siempre me olvidaba de hacerlo ... que suerte que no lo hice

Rosa, que miraba el vestido, al escuchar lo que dijo, la miró y asintió.

- Es perfecto - Dijo Rosa, con una sonrisa

- Me alegro que al menos este vestido, servirá de algo


Rosa, asintió nuevamente.

Mirando mejor el vestido, sabía que con eso no bastaría, ya que, sería fácilmente descubierta por el rostro.

- ¿Pero? .... Me reconocerá ¿No tienes algo para taparme, al menos la cara? - Preguntó Rosa

La mujer, se quedó pensando.

- Creo que tengo lo que necesitas, espérame un segundo

La mujer, vuelve a salir, para volver de nuevo a la habitación, con un sombrero en su mano.

- Este sombrero iba antes con el traje, no tapa mucho ... servía para cubrirnos del sol, cuando íbamos a ser las compras o salíamos de la casa, pero pasaras imperceptible - Dijo

La mujer, le pone el sombrero en su cabeza, y lo acomoda de cierta manera para que no se le note mucho.

- Hay esta

Rosa, se va a su espejo, para ver, si el sombrero que tenía puesto, cubría lo suficientemente su rostro. Al comprobar que sí, no pudo evitar sonreír, ya que, había funcionado su idea, ahora podía salir sin problema.

- ¡Es perfecto!

Dijo asombrada y muy contenta, mientras se veía por el espejo.

- Si quiere ver mejor - Rosa le miró - Debes doblar los bordes del sombrero, o colocarlo más arriba

Rosa, asintió.

- ¿Cómo hará si su madre la quiere ver? - Preguntó la mujer, asustada.

- No te preocupes, mi madre me castigo. Ese castigo es para todo el día, así que no me descubrirá - Contestó

La mujer, no estaba muy convencida y no era para mal, su trabajo estaba en riesgo ante la idea loca de la hija de su dueña.

Rosa caminó hasta Ella, sin dejar de sonreír. Una vez que estuvo frente a Ella, le dijo:

- Tranquila, nadie sabrá de mi

- ¿Y, Estela Marie? - Preguntó preocupada

- ¿Mi nana? Por Ella, ni te preocupes, no aparecerá en todo el día, tiene tareas importantes con mi madre - Contestó Rosa

- ¿Segura?

Preguntó nuevamente, con la misma preocupación.

- Sí, mi nana, ya me lo dijo ayer

La mujer, apenas sonrió, al estar conforme con la respuesta de Rosa, aunque no podía estar tranquila, era muy arriesgado lo que estaban haciendo y podía traer consecuencias.

- Está bien, pero tenga cuidado y le recomiendo que se suelte el pelo, así nadie podrá reconocerla teniendo el pelo en la cara

Rosa, se va hacia su espejo, dejando el sombrero en la mesa y empezó a desatarse las hebillas que sostenían su cabello, para mantenerle el peinado.

Al sacarse tocas las hebillas, empezó a desatar el peinado, haciendo caer, poco a poco sus cabellos por sus hombros. Al tener el pelo suelto, se acomodo de tal manera para no ser reconocida y luego, se puso sombrero en su cabeza.

- El sombrero debes bajarte más, que no se vean muchos tus ojos

Rosa, le miró y asintió.

Tomó el sombrero con sus dos manos, y siguiendo el consejo de la mujer, se coloca como le dijo, para no ser reconocida. Al hacerlo, se ve en el espejo y ve que algo ha cambiado, no del todo, pero al menos algo.

- ¿Ves? - Preguntó la mujer

Rosa, que seguía viéndose por el espejo, sonrió, asintiendo.

- Está bien, yo me retiro

Rosa, le miró y sonriéndole, le agradeció:

- Gracias

La mujer, asintió, para luego, salir de la habitación, dejándole a Rosa, con el vestido en sus manos.

----------🌹----------

Rosa, ya estaba vestida como alguien que trabajaba en su casa. Por suerte, el vestido, tenía un cierto parecido al uniforme que usaban las muchachas. La diferencia más notoria de este vestido con el uniforme era: Lo manchado, sucio y roto.

Comenzó a caminar por el pasillo, dando pasos deprisa, para que así pueda llegar rápido a la puerta de entrada, intentando que nadie la descubra, intentando actuar lo más natural posible, aunque los nervios la delataban de vez en cuando.

Todo pareciera de maravilla hasta que - antes de llegar a los pasillos principales - se encontró a lo lejos a su madre caminado en dirección contraria a su caminar.

Aunque comenzó a tener miedo, intentó controlarse, pasando así, a su lado sin problema alguno.

- Espera

Dijo su madre, llamándolo, haciéndola detener en el lugar.

Rosa, pensó que ya le descubrió, pero igual, tenía la esperanza de que no fuera así.

- Tú debes ser la muchacha, que mande a solicitar para que me haga el favor. Yo justo estaba yendo para ver si ya la consiguieron, y como estabas viniendo del lugar donde yo estaba yendo, debes ser vos

De todas las personas que me podía haber cruzado, tenía que ser mi madre. Maldita suerte la mía

Inconscientemente, Rosa asintió.

- Entonces, date vuelta para que te mire

Las manos de Rosa, comenzaron a sudar, refregándose constantemente con el vestido.

Sus nervios se dispararon a mil, porque sabía que le estaba por descubrir, ya que, seguro le haría sacar el sombrero.

Sin decir nada, se dio vuelta hasta quedar frente de Ella.

Leila, su madre - tenía un canasto en sus manos - solo se quedó viéndole, quieta en su lugar, viendo como aquella muchacha, que estaba dándole la espalda, se daba vuelta.

Rosa, comenzó a darse media vuelta lo más lento posible - como en cámara lenta - hasta que por fin quedo de frente a Ella.

A Leila, lo que más le llamó la atención, fue: El sombrero que tenía puesto, tapándole la mitad de su rostro. Lo único que podía verle era: Su pequeña Nariz.

- Tu sombrero

"Seguro que me hará sacar el sombrero y me descubrirá. Lo hará. De seguro que lo hará ahora, y hay si me castigara peor"》 pensaba Rosa, luego de escuchar la palabra "Sombrero" pero no hizo nada.

Intento actuar normal, como si nada pasara, como si nada ocurriera, aunque por dentro se moría de nervios.

- Tu sombrero ... hace mucho no lo veía

Rosa, sintió en ese momento, como su alma volvió a su cuerpo, al escuchar que su madre, no le pidió que se sacara el sombrero.

- Antes el uniforme venía con el sombrero que usas, como eres joven de seguro no sabes, o sabes y te da igual

¿Ahora que regla no se ha enterado?》 Se preguntó Rosa

- Le dije a los muchachos, que no era necesario el sombrero, pero, si querían, podían ponerse y si no querían, podía sacarse y vaya que me hicieron caso, ya que, nadie tiene puesto. Debe ser incómodo. Te tapa toda la cara. Usualmente se usaba para salir y como veo que vos la usas, seguro que sos la muchacha, que me mandaron para hacerme ese favor ¿No?

Rosa, asintió.

- Perfecto

<Quiero que traigas del mercado, un rosal de rosas rojas, 24 para ser exactos, y 6 manzanas rojas

<No estamos en temporadas en que haya en el mercado, por eso no busco en el mercado, pero ese árbol la tiene.

Su madre, río.

Era raro para Rosa, verle a su madre reír. Muy pocas veces lo hacía.

Su madre, era un mujer que siempre se mantenía seria, hasta con Ella, su propia hija, llegándose a preguntar: ¿El porque de eso?

- Ese Árbol, tiene manzanas perfectas para hacer un pastel de manzana, porque son agrias, comparadas con las dulces del mercado

<Las manzanas agrias, deja un sabor exquisito al pastel

Con solo nombrar "El pastel de Manzana" a Rosa, ya le gruñía el estomago. Quería probarlo ya, ya que, con solo nombrarlo, ya lo podía degustar.

A Leila, le empezó a molestarle que la muchacha, no le contestara.

- No contestas. Me encanta que contesten

Rosa, quedo helada al escuchar eso ¿Qué haría ahora?.

Cuando intentó hacerlo, no salió una palabra, solo tocio porque se atraganto con su saliva o con algo que entro en su boca.

- ¿Estás bien? ¿Estas enferma? - Preguntó Leila

Rosa negó, pero se le ocurrió una idea con la palabra "Enferma", señalando su garganta e intentando cambiar su voz lo más posible a una ronca, dijo:

- No ... tengo ... voz

Su madre, con cara se sorprendida, creyéndole todo, se preocupó por la salud de la Ella, debido que esa voz ronca que tenía, se debía, de seguro, a una fuerte gripe.

- Entonces le mando a otra ¿Por qué no me dijiste? - Preguntó - Tú tienes que descansar, debes ir al medico

Ahora su madre, pensaba que realmente estaba enferma.

Rosa, se sorprendió tanto que su madre, creyera su mentira, eso significaba que era: Buena mintiendo. Aunque esa mentira, podría causarle que su madre, pensando que Ella estaba enferma, no le dejara salir.

- No se preocupe ... estoy bien ... puede ir yo ... no es necesario

Dijo Rosa, fingiendo lo más posible de cambiar su voz.

- Le mando a otra, ve a descansar hoy no trabajaras

Dijo su madre, convencida de lo que decía. Se dio media vuelta para comenzar a caminar, pero antes de hacerlo, una voz la detuvo.

- Si puedo ir

Rosa, al darse cuenta del error que había cometido, empezó a toser para disimular, pero de nada serviría, ya que su madre ya se había dado media vuelta, mirándola.

Su madre al escucharla, negó rápidamente.

- No, con esa tos no, enviare a otro

- Déjeme a mí .... Me hará bien .... El aire puro ... el médico me dijo que tome aire fresco - Dijo Rosa


Leila, no estaba muy convencida de lo que decía la muchacha frente suyo. Esa tos y voz ronca, para cualquier persona que escuchará, indicaba lo enferma que Ella estaba, y en ese momento, no quería lidiar con una persona enferma en la casa, debido a los problemas de salud que podía traerle a alguien más.

Rosa, supo enseguida, que había perdido su única oportunidad para salir de su casa. Lo único que hizo, fue agachar la cabeza como signo de que: Todo su plan, había fracasado.

- Si tanto quieres salir, puedes ir entonces

Rosa, al escuchar eso, levantó rápido su mirada para ver a su madre, la cual, le estaba dando la espalda.

- Mejor vete al mercado del pueblo, ese grande, el que se encuentra cerca de la plaza

Dijo su madre, para luego, darse media vuelta y mirarle.

- ¿Conoces? - Preguntó

Ella solo asintió, aunque no conocía nada de lo que había en el pueblo.

Ella quería conocer el pueblo, pero no adentrarse en el mismo. Sabía por Estela Marie - su nana - Que el mercado qué hablaba su madre, quedaba en el centro del pueblo, así que conocería más de lo que pensaba conocer ese día.

Aunque, cuando Ella pensó en la idea de conocer el pueblo, era solamente una excusa, para salir de su casa. Saber que había detrás de la puerta que separaba, su casa del pueblo, pero no andar por todo este.

- Vete ahí, allí encontraras un puesto de flores. Debes pedir 24 rosas

Dijo su madre, para sacar del bolsillo una pequeña bolsita marrón, y darle a Rosa.

Cuando agarró Rosa, se dio cuenta que dentro de la bolsita marrón había: Monedas. Por el ruido que se produjo al agarrar.

- Esto es lo que salen las 24 rosas. Y si no te alcanza, compra las que se pueda

Rosa asintió.

- Luego vete a la plaza que esta a lado del mercado, allí encontraras el árbol de manzana. Ten mucho cuidado qué no te atrapen

<Luego de hacer lo que te pedí, ven. No te detengas por el camino, ven enseguida, y luego, podrás descansar hasta que te mejores

Rosa, asintió.

- Toma la canasta

Dijo, mientras le entregaba lo qué nombro.

- Te servirá para traer todo

Rosa, mientras tomaba la canasta, agacho su cabeza, y miró hacía el suelo, para que su madre no le pueda descubrir, ante el acercamiento tan cercano que estaban teniendo.

La acción de entregar y recibir, duro solo segundos, pero para Rosa, duro una eternidad, ya que los nervios, hizo qué pensara eso.

Al estar tan cerca de su madre, temía que Ella, rápido le descubriera, pero al no ser así, sonrió de alegría, lo cual, al darse cuenta de eso, intento en vano ocultarla.

- Vete rápido - Ordenó

Rosa, intento ir lo más rápido que pudo, para no ser retenida, ni descubierta por nadie de la casa. Pero, de todas las personas, por la que más temía era por su nana.

Al ver que su nana, estaba conversando con alguien más, mientras que se encargaba de la limpieza del despacho de sus padres, se sintió más tranquila al ver eso, y se fue caminando hasta la puerta de entrada, que faltaba poco para llegar.

Al salir de su casa, suspiró de alegría, porque después de trece años - su edad - por fin, estaba fuera de su casa. Pudo sentir el viento fresco por todo su cuerpo y los rayos del sol cubrirla.

Ver todo en primera fila, sin ser, a través de una ventana.

《 "Ahora debo buscar el mercado, que está cerca de la plaza. Según me dijeron, era muy fácil reconocerlo, así que esto será: Pan comido"

Caminando por el pueblo, se dio cuenta que no era tan fácil como pensaba. El pueblo, era más grande de lo que Ella, imaginaba.

No quería preguntar a nadie, porque no quería que nadie se enterara que estaba perdida, y la engañase, guiándola para otro lugar.

Por obra del destino, escuchó la conversación de dos personas - Que se encontraban frente de Ella - Hablando de la famosa " Pradera Compartida".

-"Vamos a la pradera compartida. Hoy es un hermoso día para ir allí"

Rosa pensó, que esa pradera que nombraron, era otra forma de decir "Plaza" que su madre, le dijo. Así, decidió seguirles, sin levantar sospechas

Mientras que caminaba, miraba todo a su alrededor, por dos motivos:

1)Porque era la primera vez que veía al pueblo

2)Para saber que camino debía tomar, para regresar de nuevo a su hogar. Usando la táctica de memoria fotográfica. Tomaba algunos lugares como referencia

Al llegar a la pradera, se dio cuenta de lo grande que era.

Había muchas personas en Ella, a pesar de ser las 11 de la mañana. Algunas estaban acostados o sentados - en el pasto o, sobre sabanas - y los más pequeños, jugando.

Quedo maravillada por el pasaje que veían sus ojos. Una inmensa extensión de pasto fresco y miles de flores con distintos colores. También había, árboles y un pequeño estanque. Maravilla para sus ojos.

Aunque quería quedarse más tiempo admirando el paisaje, no podía, ya que, debía apurarse en buscar todo lo que su madre le pidió, para regresar lo más rápido casa, y que nadie separa que salió sin permiso, mejor dicho, "Que nadie se entere que se escapó".

Caminando por el lugar, encontró un árbol de manzanas, un poco alejado del lugar donde estaban las personas, así que no dudo y fue allí.

- Estas no son las manzanas que hablaban mi madre

Se dijo así misma, en forma de susurro para no ser escuchada por nadie, mientras miraba el manzanero frente a Ella

El árbol, tenía manzanas por todos lados.

Así que, sin más nada, empezó a sacar del manzanero las 6 manzanas, poniéndolas en el canasto. Una vez qué terminó, decidió buscar el mercado.

- Me dijo que estaba al lado de la plaza

Y sin más, comenzó a caminar, buscando el lugar.

Lugar que por más que buscará, no encontraría nunca.

El Secreto de una Promesa de Amor 1 (Completa) (SPV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora