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Durante el verano le había hecho jurar a Keisuke Baji que no rompiera su promesa cuando volviéramos a la escuela.

Podría parecer una promesa estúpida, pero era algo realmente importante para ambos, para mi, para ambos.

Normalmente eran pocas las veces que nos encontrábamos en la estación de buses. Él
solía llegar después de las 3 y yo solía verlo por la ventana, corriendo como un loco,
tratando de alcanzar el bus que ya se iba;  dejándolo exhausto y bochornoso, para luego encogerse de hombros y murmurar, posiblemente, que ya llegará otro.

Y parecía que tampoco íbamos a encontrarnos hoy.

Ya eran las 3 en punto, por lo que el Rubió tenía una cita con un nuevo libro y un pie de manzana, el bus venía con retraso, cosa que era extraño.

–¡Hey amigo! ¿Por qué tan solo? – dijo una profunda y burlesca voz masculina detrás de Matsuno, a quien casi se le cae el libro y el postre del susto.

El rubio no respondió, solo se limitó a abrazar su preciado postre mientras trataba de evitar que el libro se cayera, lo que no tuvo tanto éxito.

Baji lo recogió sin dudar, a lo que le dió un poke en la frente del chico luego de que se lo diera.

–¿Asombrado de verme? –murmuró la joven. — Mi presencia puede ser muy extasiante para muchos.

Chifuyu se había sentado en la banqueta de la estación para acomodar sus cosas. Sólo se limitó a seguirlo observando en silencio, a lo que Keisuke siguió molestando más.

—¿Cómo es que has sido el pandillero más temido de la escuela? Ese debería ser mi título–fanfarroneó– Tú solo te limitas a ser listo y comer pasteles de manzana.

–Cállate –murmuró Matsuno mordiendo otro pedazo del pie con cara de póker.

– Aguafiestas. –dijo él a la par que se levantaba. –Ahí está nuestro bus, corre!

El pelinegro tomó ambas mochilas con apuro a la vez que se colaba en la fila, como si nada le importara. Chifuyu no lo siguió, se limitó a respetar el lugar de los demás, haciendo ligeras reverencias de disculpas en nombre del muchacho. Baji hizo una señal de que le guardaría el lugar.
Ya en el bus y sentados uno al lado del otro, el rubio notó que Keisuke tenía algunas nuevas
heridas, más que la vez anterior. Tomó aire y antes de que su compañero intentara explicar lo que el muchacho veía, dejó el pastel y concentró toda su atención en el contrario.

–Volviste a pelear, ¿cierto? – preguntó, buscando en el pequeño maletín algunas vendas
y alcohol. 

–Seh, un poco. 

– Te gusta pelear a menudo, ¿verdad? – Chifuyu acercó un copo de algodón al rostro del joven, limpiando los hilillos de sangre que corrían, imperceptibles. – ¿Qué tal si te das un pequeño descanso? A veces eres demasiado imprudente.

– Bueno, es como mi pasatiempo habitual. No es mi culpa que lmis compañeros de clase sean tan molestos y violentos. –Respondió mientras se estremecía al tacto del alcohol. — Solo les doy su merecido, los deja en su lugar.

Y con ello, Baji comenzó a fanfarronear de que él era muchísimo más fuerte que toda su clase entera mientras le daba golpecitos cariñosos al rubio cada que este exageraba con el alcohol o cuando trataba de convencerlo de que la violencia solo trae más violencia.

Poco a poco se fue convirtiendo en una rutina.

Poco a poco las preguntas invaden más las conversaciones.

– ¿Por qué pasas tiempo conmigo? – Preguntó Chifuyu, una vez en el almuerzo. Keisuke había llegado como siempre de sorpresa, con su fanfarroneo habitual a su lugar de siempre: el pequeño jardín detras de la escuela.

– No te lo voy a decir, la respuesta es más que obvia.

– Claro. – Y mordisqueó otro pedazo de pie, suspirando otro y volviendo a su libro.

Y así pasaban largos silencios, silencio que pasaban a ser una trivia o una lectura ininterrumpible cada que ambos solían reunirse, cosa que no sucedía a menudo.

– ¿Cómo es que eres tan abierto con otras personas y conmigo no? – preguntó  el pelinegro una vez que Chifuyu terminó una de sus lecturas en voz alta para quien sabe que clase. – Nunca te he oído hablar de lo que piensas. Siempre muestras una sonrisa y nada más.

– Tú también lo haces. No confío demasiado.

– ¿No confías en mí? – preguntó Baji con una voz profunda.

Chifuyu se dió cuenta de que había elegido mal sus palabras. No es que no confiará completamente en él, o lo suficiente. Solía ser molesto y exuberante, pero lo sentía...

Dió un mordisco nervioso a su buñuelo de manzana y tragó en seco. No deseaba sobrepensar ello.

– ¿Está bueno? – preguntó Baji, notando el nerviosismo del joven y acariciando su cabeza.

– Si. ¿Quieres un poco? – Le ofreció.

– Nah. No me gustan las manzanas.

Y en cierto punto, rompimos esa promesa. Cuando estamos juntos, no hay nadie más y las manzanas caen. 

Las manzanas de sus mejillas están cada día más maduras, pero su belleza a veces es machacada por las inevitables o, a veces, provocadas peleas entre sus demonios y su reputación. El tiempo simplemente se esfuma.

 El tiempo simplemente se esfuma

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«Esto es nuevo. No imaginé escribir algo de un ship cuyo fandom lloró un montón. (La que lloró más por Baji ( ;∀;)). En fin, denle amor»

La vida,  el principio: Keisuke Baji (BAJIFUYU AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora