Capítulo I: Javiera

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El sol golpeaba fuertemente en mi cara, mi boca se encontraba totalmente seca a diferencia de mi cuerpo que estaba extrañamente mojado. ¡¡MIERDA!! ¿Me había meado encima? Toqué el duro colchón en el que me encontraba acostada, probablemente el culpable del maldito dolor de espalda, sólo para que mi mano tocará algo muy distinto a una cama, estaba en una playa porque sin dudas estoy tocando la arena. Sin importarme que mi cabeza martillara como si hubiera bebido hasta el agua del florero y que mi cuerpo se sintiera como si una aplanadora me pasó por encima, me levanté rápidamente y miré a todos lados alrededor sólo para encontrarme con el paisaje más solitario que he visto.

Era una playa, pero se encontraba totalmente vacía, por donde miraba sólo veía arena, mar, palmeras y piedras. A mi derecha se encontraba una piedra gigante a la orilla del mar. Como extrañamente aún tenía mis zapatillas, intentaré escalarla. Después de unos minutos en que me encontraba sudando y con algunas rodillas raspadas, logré subirme a lo alto de la roca, mirando para todas partes, sin ver nada. Ojalá tuviera mis lentes, a través de mis ojos todo se ve borroso. Estuve bastante tiempo mirando a todas las direcciones tratando de ver algo que se moviera, pero pronto sentí una angustia al comprender que estaba sola y que ni el viento corría en este lugar, me abrumó la desesperación, me senté en la roca, llorando por lo que parecieron horas.

- ¡¿HOLA?! ¡¿HAY ALGUIEN! – escuché que gritaban a lo lejos.

Mi primer instinto fue levantarme y correr hacía la voz, pero algo me detuvo ¿Quién era aquella persona? ¿Me haría daño? ¿Estaba en peligro? Me estiré por completo en la piedra, esperando pasar desapercibida por la persona que gritaba.

- ¡¡NECESITAMOS AYUDA!! – gritaron de nuevo, pero más cerca, creo que conocía aquella voz.

En definitiva, no es una playa desierta y aquellas personas podrían ayudarme. Asomándome un poco por el costado de la piedra, aun estando recostada en ella, logre visualizar, dos figuras, un hombre y una mujer que venían apoyado el uno sobre el otro, como si uno de ellos tuviera dificultad para caminar.

- ¡¡AYUDAA!! – gritó más fuerte esta vez el hombre. Esa voz la conozco, estoy segura.

A medida que se acercaban a la roca, pue distinguir su rostro, ¡¿Qué diablos?!

- ¡¿Arturo?! ¡¿Valentina?! – grité desde encima de la roca, apresurándome a bajar, pero a la vez con cuidado, un hueso roto es lo último que necesito en estos momentos.

- ¿Javiera? – dijeron ambos a la vez, apresurándose para llegar bajo la roca.

Una vez que bajé me abalancé sobre ellos para abrazarlos. ¿Qué hacían ellos acá en este lugar? ¿Por qué estaban cojeando? ¿Dónde estábamos? ¿Qué es este lugar? Tenía muchas preguntas que esperaba que pudieran responder.

- Chicos, ¿qué hacen acá? – pregunté mientras dejaba de abrazarlo.

- No sé, despertamos hace un rato, una hora según mi reloj, en medio de la selva. Estábamos buscando un hotel, personas, no sé, cualquier cosa que sea de ayuda, pero estuvimos caminando por mucho tiempo y no vimos nada. De hecho, eres la primera persona que vemos, ¿Qué haces tú acá? – dijo Arturo lo más rápido que pudo.

- Tampoco sé, desperté hace un rato en la orilla de la playa y no veía a nadie, tampoco es como que buscara mucho, pero estaba arriba de esa roca esperando a que alguien apareciera hasta que los vi a ustedes.

- ¿No encuentran raro que sólo estemos nosotros tres en este lugar? Porque por lo poco y nada que pudimos explorar, no hay nadie ni nada cerca, ¿Cómo llegamos a este lugar? Tampoco recuerdo nada, es como si los hombres de negro hubieran borrado mi memoria – dijo Valentina mientras hacía una cara de dolor.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2023 ⏰

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