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España ; 2023.

Entrenamiento del Barcelona.

El joven argentino de veinte años, Lionel Messi, tuvo que irse de su casa a la cual es considerada una edad temprana, para adiestrarse lo suficiente en España y debutar en el Barça.

A pesar de ya tener bastante tiempo en el equipo, todavía se sentía ajeno. Amaba el fútbol, en serio que sí... Pero extrañaba su hogar, su familia y su país. Desde que llegó hace cuatro años no había podido relacionarse realmente con sus compañeros.

Estaba amarrando las trenzas de su zapato, preparándose para ir a casa. Pero cuando se levantó no se esperó ver a otro joven de cabello rizado y más alto que él.

—Eh... Hol-

—Así que tú eres la próxima promesa argentina. —sonriente dijo el chico interrumpiéndolo.

Lionel se sonrojó. No solía sentirse intimidado, pero ese muchacho...

—Y-yo...

Se sorprendió un poco en cuanto el mexicano extendió su brazo para un apretón de manos que de inmediato correspondió.

—Francisco Guillermo Ochoa Magaña. Pero para compas, "Memo".

—Oh, L-lionel Messi...

—¿Lionel tartamudeo Messi, dijiste?

—¿Eh?

—¡Un vato tan bonito y hábil tartamudeando, eso no puede ser!

Okay, ahora sí estaba nervioso y sería verdaderamente notable con el rubor en sus mejillas.

—Güero, no puedes ir con nerviosismo por la vida. Eso le hará pensar a la gente que eres débil. ¿Lo eres?

El argentino reflexionó un momento, hasta que se dió cuenta de algo.

—Esperá, ¿quién sos vos para venir a decirme eso?

—¡Ajá! ¡Así es! —lo sacudió felicitándolo.

Esto resultaba inusual.

En primer lugar, este chico era muy raro.

En segundo lugar, Lionel no solía aceptar el contacto físico, sobretodo en desconocidos. Pero curiosamente él se dejó. Incluso cuando el mayor pasó su brazo en sus hombros.

—¿Vos hace cuánto estás acá?

—Llegué de México hace una semana y hoy empecé. ¿No me notaste antes?

—Pues... No... ¿Vos por qué te acercaste?

—Es que esos españoles no me cayeron taaan bien que digamos. Pinches fresitas, al chile.

Jamás se había topado con un mexicano, así que ese comentario lo tenía confundido, cosa que no pasó desapercibida para el de cabello rizado.

—Quise decir que se ven como niños ricos. Que seguramente por sus papis están aquí.

—Oh... Tienes un punto.

—¿De verdad son así? ¿Por eso te veías tan solito? ¿También te caen gordos los colonizadores? No digas que dije eso, por cierto.

Rió bajo—. No es eso, simplemente... N-no soy... Eh... —Guillermo alzó la ceja expectante, viendo como el menor se rascaba la nuca—. O sea, no soy de hacer amigos. Aunque también puede ser que no quieren ser mis amigos porque les resulto extraño.

Frunció el ceño—. ¿Por qué serías "extraño"?

—Yo... No lo sé, siempre me lo dicen. Pero no he conseguido entenderlo.