No se lo pensó dos veces.

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Cruzaba la calle mientras miraba las heridas en sus muñecas. El dolor había estado creciendo y él para liberarlo se cortaba.

Tras pensarlo breves segundo, se dio cuenta de que no merecía la pena llegar al final.

Se paró a mitad de la carretera. Se lo pensó muy bien.

Todo el daño, todo el dolor, las noches en las que se tapaba con una manta mientras abrazaba a su hermana temblando mientras que sus padres volvían a discutir, todos los insultos, los malos comentarios, la bofetadas por parte de su padre...

No se lo pensó dos veces.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora