CAPÍTULO 1:

753 94 46
                                    

MI VIDA Y OTRAS LOCURAS

Puedo definir mi vida en tres simples frases:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Puedo definir mi vida en tres simples frases:

- Un director técnico explotador.

- Una nula vida sentimental.

- Un verdadero problema para mantener la boca cerrada.

Este soy yo: Francisco Guillermo Ochoa Magaña. Y sí, soy el guardameta de México, el que todos odian tras la derrota contra Argentina y la descalificación en el mundial.

Todos me llaman Guillermo, recuerdo que en la preparatoria a veces me saltaba algunas clases para ir a la cancha de fútbol y los chicos mayores me invitaban a jugar con ellos. Y durante años, mi vida ha estado en ello, pero tiene sus ventajas. Por ejemplo, ser el primer portero mexicano en jugar en Europa.

Después de graduarme, y tras una infructuosa búsqueda de un equipo, encontré un puesto en el club América, lo cuál me abrió camino a más oportunidades llevándome hasta ser el portero titular de México, dónde en 2019 empezamos a ser entrenados por el señor Gerardo Daniel Martino, un encantador hombre que adoraba a cualquier ser Argentino.

Sobra mencionar que somos la selección Mexicana...

¡Cuánto me equivoqué!

El señor Martino parecía la viva encarnación de Papa Noel. Mejillas sonrojadas, ojillos ocultos bajo unas gafas redondas, y una carita rechoncha a la que te entraban ganas de achuchar, enmarcada por una ligera barba blanca que coronaba un rostro de expresión jovial y pacífica.

Jamás imaginé que fuera un verdadero cabrón, sobre todo después de nuestra derrota en el mundial nos trata como seres miserables, me obliga a hacer horas extras entrenando y me recuerda lo agradecido que debo estar por permitirme seguir en el equipo, ya que por mi culpa perdimos contra Arabia. Todo un detalle.

Toda mi vida es un caos, soy reconocido pero no precisamente por cosas buenas. «Manos de mantequilla, portero mediocre, no sabe lo que hace, ya está viejo debería retirarse» era lo que más a menudo escuchaba a dónde quiera que fuera.

Pero la noche 31 de Diciembre, me sucedió un hecho verdaderamente extraño. Estuve recorriendo Guadalajara de un lado a otro todo el día, en busca de un nuevo hogar. En realidad no buscaba nada extravagante, tal vez una habitación dónde pudiera pasar desapercibido, ya había pensado en mudarme durante el otoño para tomar unas vacaciones lejos de todos, pero lo fui retrasando por mi divorcio y luego la llegada del mundial. Por más que busqué durante toda la jornada, no encontré nada que se adaptara a mis necesidades. Necesitaba que fuera independiente y amplio, pues he podido comprobar que en las habitaciones pequeñas los pensamientos padecen asimismos de estrechez. Por otra parte, siempre que pienso en mis problemas me gusta pasear por el cuarto.

Se había pronosticado un tolerable día por lo cuál preferí andar caminando hasta que llegó la noche, ya iba en camino a la casa de Saúl, se ofreció a dejarme hospedarme con él mientras encontraba un lugar propio.

Mi celular comenzó a sonar con una llamada entrante de mamá, al ver su contacto la bilis me sube por la garganta, mientras la vena de mi sien se hincha y palpita, como me sucede cada vez que hablo con ella.

Pum, pum... Pum, pum... Pum, pum...

- Francisco Magaña -comienza mi madre a través del teléfono. Me rasco la cabeza, tratando de calmarme- No respondes a ninguno de mis mensajes, ni me regresas las llamadas. ¡Deberías estar avergonzado!

- ¡Mamá! -protesto acalorado- No lo tomes a mal... es solo que siempre me llamas por lo mismo, basta con eso de conseguirme citas a ciegas o empleos de trabajo. Estoy bien así.

- Pero cariño ¿No piensas que sería mejor dedicarte a algo más? Mírate, eres ya un hombre maduro y eres...eres...

- ¿Soy?

- Te arreglas poco, no tienes una gran carrera como futbolista y eres un desastre con las mujeres, llevaste al fracaso tu matrimonio con Karla. No es que seas feo, pero tampoco eres gran cosa... si pusieras un poquito de empeño...

- Mi estilo se llama casual. No me arreglo poco -me defiendo- Además, soy un treintañero, y mi vida no se basa únicamente en encontrar a la esposa perfecta con la que pueda poblar la tierra de millones de vástagos que me hagan sentir más viejo.

- Qué lengua más viperina tienes -me acusa mi madre.

- Ya hemos tenido esta conversación más veces -le digo, un poco aburrido antes de cortar la llamada.

No me puedo creer que mamá me haya dicho lo que acaba de decirme. La irritante forma de ser de mi familia no tiene límites, y siempre he creído que no pueden sorprenderme más de lo que ya lo hacen, pero siempre consiguen que yo esté equivocado. Y el destino, no contento con aquel día asqueroso, hace que llueva a cántaros.

Ahora, empapado y malhumorado, me debato entre lanzarme de un puente y terminar con mi miserable vida, o simplemente ahogarme en mis emociones en silencio, y fingir que nada de lo que me pasa me afecta. Pero como soy un sentimental de manual, si algún día encuentro el amor, quiero que sea sincero y eterno. Ese solo pensamiento me sacude el corazoncito. No soy la clase de hombre que usualmente buscan para salir, en estos meses lo único que gané fueron unos kilos extras por estrés, soy patoso y de ánimo resuelto. ¿Quien quisiera tener a su lado a un perdedor como yo?

Me aparto mis rizos empapados de la cara y suelto un bufido de frustración.

-¡Demonios! ¿Es que no puedo tener una vida normal? -aprieto los puños y, en un arrebato de ira, grito a pleno pulmón- ¡Vendería mi alma al diablo por una segunda oportunidad de cambiar todo!

¡Pum! En la calle desierta, el estruendo me lanza hacia atrás, y caigo de culo sobre el pavimento. El temblor de tierra sacude una amplia polvareda que nubla el horizonte. Me tapo los ojos, acongojado por haber resucitado a un ser del inframundo dispuesto a cobrarse mi juramento. ¡Era broma, era broma! estoy a punto de gritarle, cuando un anciano con un abrigo raído de costuras des cosidas, y un sombrero abollado aparece entre la niebla, recién salido de ninguna parte. Y se inclina hasta caer a mi altura tomando mi mano y depositando un suave beso en ella. El corazón me late desbocado, nada sale de mi boca en ese momento, y echo a correr como alma que lleva el diablo. Qué ironía.

Llegó finalmente a la casa de Saúl pero advertí que me encontraba realmente mal. Tenía algo de fiebre, y el recorrido me dejó agotado. La casa al encontrarse sola tenía un aspecto siniestro, subí como pude por las escaleras hasta la habitación dónde dormía.

La temperatura de mi entorno bajó hasta el punto que empecé a sentir helada la punta de la nariz, la oscuridad volviéndose más densa. Alucinado, pierdo la conciencia y me derrumbo en el suelo.

─────────────────────────

Nota:

Yo y mis desvaríos mentales, ahr

Tomé la idea de la película de Zac Efron, admito que mi gusto culposo es un Ochoa jóven con un Messi daddy jfjd, me van anexar por esto.

「  17 otra vez  」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora