Quizás las mujeres son flores. Yo me enamoré de una preciosa.
Cogí aquella flor con mis manos y sin darme cuenta la saque de la tierra.
Pensaba que tenerla en mis manos me hacía bien, pero en realidad me lastimaba.
Aquella flor tenía espinas y esas espinas me causaron sangrar de dolor, lágrimas y cicatrices.
Hoy pienso, que las flores no se sacan de la tierra. Solo hay que regarlas con agua de amor para que crezcan y se hagan más bellas.