Viernes por la tarde. Mientras Lionel daba la última clase del día en su escuelita de fútbol, Pablo comenzaba con los preparativos para el fin de semana.
Se habían cumplido seis años de que decidieron mudarse juntos a aquel pueblito se las sierras de Córdoba. El santafesino se hizo oídos de que la escuela de fútbol local estaba a punto de cerrar porque los dueños se iban, al comentarle el tema al riocuartense ambos llegaron a la conclusión de que era la oportunidad perfecta para ellos. Comenzar de cero en un lugar completamente nuevo y haciendo lo que más les gustaba.
Cinco años atrás llegó su interés por las manualidades y las artesanías. En verano las calles se llenaban de turistas que buscaban comprar recuerdos para sus seres queridos y tomaron provecho de esto y crearon 'scaimar artesanías y más'.
Empezaron de a poco, por las típicas pulseras de hilo encerado y trenzas para el pelo, hasta que el día de hoy vendían no sólo eso sino también llaveros, macetas, collares, posa vasos, mates de madera, atrapasueños, cuadernos de papel reciclado y más cosas que con el tiempo se les ocurrían.Se apañaban para todo, con práctica y talento perfeccionaban sus diseños. Incontables eran las noches que se quedaban sin productos para vender, obligandolos a pasar noches en vela creando más.
Pero no se quejaban, incluso adoraban hacerlo. Alimentar su pequeño emprendimiento significaba compartir tiempo de calidad juntos. Esto a Aimar le vino de diez, su manera de expresar amor era hacer para el otro, utilizando sus materiales en reiteradas ocasiones para armarle regalos a Scaloni que colmaban su cabaña.Pablo se sentó en el piso de su patio, con una manta sobre el pasto, rodeado de hilos encerados de diversos colores. Tomó el pequeño telar que reposaba frente a él, y mientras elegía que colores trenzar el atardecer se hacía a su espalda, tomó inspiración de éste y se decidió por unos colores pastel, naranja, rosa y amarillo. Siguió un patrón en degradé que ya estaba acostumbrado a hacer, arrancando por el rosa, siguiendo por el naranja y terminando en el amarillo. Sus dedos se movían con destreza y rapidez gracias a su memoria muscular, de derecha a izquierda, por arriba y por abajo.
Unos veinte minutos pasaron, y el menor terminaba la tercer pulsera de la tarde cuando vio a Lionel cruzar por la reja trasera. Sonrieron al verse el uno al otro. No quedaba duda de lo enamorados que estaban.
Como todas las tardes, el mayor entró apurado a su casa y rápidamente se despojó de su ropa deportiva, para vestirse con su maya y volver corriendo, tirándose de una a la pileta que finalmente lograron construir ese verano. Pablo lo vio nadar unos minutos mientras continuaba con su trabajo.Cuando Scaloni se sintió lo suficientemente fresco salió, y sin secarse se sentó junto al menor, "¿por dónde empiezo?" preguntó ansioso por empezar a obrar.
"Hay que ponerle las argollitas a los llaveros", para ese momento Aimar había terminado con la cantidad de pulseras que se había propuesto hacer en el día, pasando a pegar con cuidado pequeños cuadrados de imanes en maderitas que prepararon en la semana. "¿Cómo estuvo la práctica hoy?".
"Espectacular, los chicos están ansiosos para el partido del domingo", Pablo sonrió sin ocultarlo ante tal comentario, tenía mucho cariño para con los niños de la escuelita. Verles las caras llenas de alegría y emoción era una de sus vistas favoritas, justo después de la que tenía en frente en ese momento; Lionel con su particular puchero demostrando concentración mientras con una pinza dobla alambres, y un hermoso atardecer a punto de terminar golpeándolo en la espalda. Si se diera maña para retratar más que simples dibujos y letras, no dudaría un segundo en plasmar tal escena sobre un lienzo, su memoria tendría que bastar.
Al caer la noche, fresca como son en las sierras, se transportaron dentro de su hogar. Mientras Lionel preparaba una rápida cena, milanesas, Pablo se dio un baño para sacarse la salpicada pintura que cubría su pecho luego de una tarde de dejar fluir su imaginación.
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entre hilo e hilo | aimar x scaloni os
FanfictionUn fin de semana habitual en la vida serrana de Lionel y Pablo se torna especial.