"Y un día, su nombre no me hizo sonreír más".
Las gotas de lluvia golpeaban contra el pavimento empapándolo poco a poco, el motor de su carro dejó de rugir y como de costumbre, se tomó unos cuantos minutos para meditar en todo lo que estaba ocurriendo en su cabeza. Se encontraba frente a su casa, era pasada la media noche, observó con desdén la puerta de entrada, se suponía que su hogar debía ser su refugio, el lugar más seguro y feliz de su vida, si así debía ser, ¿por qué se sentía tan ahogado y desesperado en aquel lugar?
—Mierda —gruñó mientras golpeaba el volante con fuerza. Se sentía tan frustrado, el simple hecho de llegar a aquel sitio lo asfixiaba; tomó aire y salió finalmente del interior de su auto.
Su chaqueta se empapó en cuestión de segundos, la lluvia era cada vez más fuerte, colocó la llave en su puerta y se abrió paso, caminó con lentitud buscando no hacer ningún ruido, de seguro que Kagome y Moroha seguirían durmiendo, no quería despertarlas.
—Vaya lluvia.
Inuyasha volteó a ver a la dueña de aquella dulce voz, su corazón se apretó en su pecho del solo recordar lo que su voz solía hacer años atrás en él, voz que lograba erizar cada vello de su cuerpo, voz la cual ahora no le producía nada más que culpa. Kagome llevaba una bata de seda color roja, la cual resaltaba bastante su cuerpo, era una mujer tan hermosa, se maldijo internamente por ya no sentir lo mismo que antes.
La de cabellos azabaches se acercó a él con una toalla en sus manos y se la entregó, no sin antes ponerse de puntas de pie y besar su mejilla como saludo. El hombre agradeció la toalla en un murmuro y comenzó a secar su mojado cabello con rapidez para no gotear el piso.
—¿Moroha? —preguntó por su pequeña hija.
—Se durmió hace una hora... —habló con suavidad—. Quería estar despierta para cuando llegaras, pero el sueño la venció —una risita escapó de sus labios al recordar a la pelinegra peleando para no dormirse.
—Siento llegar tan tarde —masculló sin atreverse a mirarla a los ojos.
¿Cómo decirle a la mujer que tanto te ama que ya no sientes lo mismo de antes? Que ya no la quieres... Que te da lo mismo si se encuentra o no, que ya no te importa estar a su lado. Era un completo patán, no podía hacerle aquello, no a Kagome, aquella mujer que se había esmerado para hacerlo tan feliz, aquella que siempre estuvo apoyándolo; no tenía ninguna queja con respecto a ella, no había nada que reprochar, y eso dificultaba más las cosas en su mente, durante todos estos años ella fue la esposa perfecta.
—Iré a mi estudio, tengo que terminar algo del trabajo —se excusó mientras se retiraba.
—Espera, cariño —su pequeña mano se aferró a su brazo impidiendo que siguiera caminado.
Él quedó petrificado ante su tacto, con cansancio volteó a verla, sus ojos se veían tan tristes y miedosos, ella seguía llamándolo con apodos cariñosos, él, sin embargo, no era capaz de llamarla ni siquiera por su nombre.
—Hablemos, por favor —pidió en un ruego.
—¿Sucede algo?
—Te noto extraño y..., distante —dijo con dolor mirándolo al rostro—, ya ni siquiera sonríes cuando estás conmigo.
Kagome no era idiota, desde hacía tiempo que lo sentía de aquella extraña forma, notaba como él solía observarla con una mirada tan vacía y fría que la lastimaba.
—Si es que algo está ocurriendo, dímelo, quiero ayudarte —mordió su labio inferior reteniendo un doloroso suspiro-, dime qué está sucediendo.
No podía seguir lastimándola, no quería mentirle más, estaba cansado de sus miradas tristes, estaba harto de hacerla llorar por su indiferencia, mientras que la culpa lo carcomía con cada lágrima que ella desprendía.
—Lo que sucede es que... —observó su boca temblando, sus ojos empañados, las ojeras que enmarcaban sus ojos. No podía hacerle aquello a Kagome. Suspiró pesadamente y con su mano masajeó el puente de la nariz, luego la miró y negó con su cabeza—. Es muy tarde, estoy agotado —dijo y tomó a su mujer de los hombros—, fue un día largo.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó evidentemente inconforme con la respuesta que él le había dado—. Sabes que puedes contar conmigo —musitó ella acariciando su mejilla.
Cerró los ojos intentando disfrutar de aquel tacto y nada. No sentía nada, ni amor, ni ternura, ni la calidez que en antaño le brindaba.
—Todo está bien, no te preocupes Kag... —se apartó de su toque—. Solamente es trabajo.
—Quizás puedo hacerte compañía mientras lo terminas —se ofreció amablemente con la esperanza de que su marido aceptara, con la esperanza de cambiar algo.
Él negó con un ademán.
—Es tarde —reiteró—, ve a descansar —volteó y comenzó su andar en dirección a su estudio.
—¿Por qué ya no eres como antes? —cuestionó con aflicción—. Cuando algo te lastimaba no dudabas en compartir tu dolor conmigo —recordó—, llevas mucho tiempo así, Inu... Déjame ayudarte.
—Ya te dije que no es nada importante, entiende, solamente estoy cansado —su paciencia ya se estaba agotando, sus palabras salieron más bruscas de lo normal y de lo que hubiera deseado.
Un sollozo llamó su atención, volteó la cabeza y se encontró a Kagome tratando de reprimir su llanto sin éxito, los hombros se movían violentamente, las lágrimas rebalsaban de sus ojos chorreando por sobre las mejillas, mientras que una mano cubría su boca y la otra se apretaba en su pecho. Lentamente, se agachó hasta tocar el piso, parecía ya no tener fuerzas para mantenerse de pie.
Volvió a maldecirse por tercera vez en la noche, nuevamente la había hecho llorar, todo por su estúpido e insatisfecho corazón. No quería lastimarla nunca más, pero no encontraba las palabras correctas para hacerle saber que ya no la amaba, que no se sentía vivo a su lado, que aunque lo intentara cientos de veces la llama del amor parecía negarse a volver a prender.
Caminó hasta llegar al lado de la fémina que yacía arrodillada en el suelo sollozando, la abrazó y apretó entre sus brazos. ¿Cómo decirle la verdad a aquella dulce e inocente mujer? Mujer la cual su único error fue enamorarse de un idiota como él.
˗ˏˋ꒰ 🌃 ꒱
Un one shot inspirado en una canción de los Pimpinelas pq los amo muy mucho :)
Espero les gustara, disfruté muchísimo escribir esto <3 hacía años que no escribía "InuKag" jsjsjsjs
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Cómo le digo | InuKag (AU One Shot)
Fanfiction𝐃𝐄𝐒𝐀𝐌𝐎𝐑 Ya no era lo mismo. La pasión, el amor, el afecto, todo se había ido. Lo único que quedaban eran resquicios de algo parecido al cariño. Quizá por eso mismo no podía decirle que ya no la amaba. ¿Cómo decirle que ya no sentía nada por e...