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El calor no dejaba de aumentar, sus alas se sentían sudorosas y el más mínimo contacto con la tela lo hacía jadear angustiado. En un vano intento por dormir, se removió suavemente para quedar recostado de lado, cosa que lamentó al segundo, cuando un suave sollozo se le escapó. Dolía, dolía demasiado, sentir como sus plumas se desprendían ensangrentadas de sus alas, o el cómo sus músculos parecían apunto de desgarrarse por el constante tirón en sus extremidades tratando de mitigar las sensaciones en su cuerpo. 

Oh Su pobre cuerpo, tan sobre estimulado que creía morir.

La muda de plumas era la época del año que más odiaba, y no solo por los terribles dolores que traía consigo; unas días antes lo ponía todo insoportable, con cambios erráticos de humor, fiebres altas y una sensibilidad inimaginable en todo su ser. Siempre sucedía una semana antes de su celo, ya que su cuerpo consideraba que estaba listo para impresionar a posibles compañeros y aparearse.

- Puto ciclo de mierda... -

Quackity solo con los pantalones de pijama puestos, se removió una vez más con la esperanza de poder dormir, o por lo menos intentarlo. Esa pequeña molestia interna le removía las entrañas, con la cabeza borrosa por la fiebre solo atinó a sentarse frustrado, su alfa estaba inquieto e irritado, se sentía como si todo su cuerpo picara y le desesperaba no saber dónde rascar. 

Se levantó en un intento por encontrar algo con lo que distraerse, arrastrando los pies mientras rebuscaba sin interés entre todos sus cofres, casi de manera inconsciente un jadeo sorprendido salió de si, en el instante en el que sus pies lo llevaron por toda la gran habitación en dirección al cofre más pequeño de todos, uno que portaba contraseña, donde Quackity sabía exactamente lo que había dentro.

Su respiración estaba agitada mientras se mantenía parado frente a la pequeña caja de metal, solo debía poner los números que se sabía de memoria y podría apaciguar la ansiedad que parecía crecer dentro de su contraparte la cual arañaba y gruñía desesperada, solo por un tonto trozo de tela.

– No lo necesito... ni tú, ni yo, lo sabes... – comenzó a hablar para sí mismo con la esperanza de que su alfa lo escuchara

Un grito agudo salió de su garganta cuando sus pobres alas empezaron a agitarse a favor de su instinto animal, que parecía cada vez más desesperado. Con tal de buscar un poco de consuelo; casi a rastras, Quackity se acercó al cofre ingresando aquella fecha tan especial.

Un aniversario

Levantó la tapa con las manos temblorosas, aún sin saber si por el dolor o la melancolía que lo recorría, tomó una manta de un suave color celeste, bastante desgastada e incluso con algunos agujeros por el exceso de uso, el olor casi nulo que perfumaba la tela impregnó el aire con suavidad. No fue hasta que el hibrido acercó sus fosas nasales que el delicioso aroma a canela y café inundaron sus sentidos, haciéndolo sentir casi drogado.

– Luzu...–

Un sollozo salió del pobre hombre desgastado, que comenzó a llorar en silencio mientras recogía más telas y mantas de su pequeño cofre, trayendo incluso consigo una bonita hoodie negra que había pertenecido a su, ahora, ex pareja.

Con los ojos borrosos por las lágrimas y la cabeza hecha un desastre, logró volver a la cama donde improvisó un nido, el patito dentro de él quería hacer un bonito lugar para acostarse, con la esperanza de que eso trajera devuelta al castaño que lo había cautivado, pero su cuerpo apenas respondía y solo logró amontonar un poco las telas; haciéndose bolita entre las mismas abrazando protectoramente la ropa del omega. Su marca, apenas visible, dolía de una manera que no podía describir y sus dientes se apretaban, con la necesidad de morder, marcar reclamar; con la fuerza suficiente para que sus encías empezaran a sangrar.

"War Of Hormone"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora