PARTE DOS.

24 6 0
                                    

Capítulo uno.






Minho se encontraba buscando lugar en el estacionamiento del supermercado, maldiciendo en voz baja, se paseó por todo el establecimiento, tenía al menos una hora y media para terminar de hacer sus compras del mes, y volver a su casa para terminar de transcribir y redactar papeles que su CEO le había pedido, le quedaban exactamente dos días para entregarlo y no iba ni por la mitad del montón.

Luego de veinte exhaustivos minutos, encontró un lugar en el cual dejar su auto. Maldiciendo al fijarse la hora, corrió hasta las puertas de edificio y entró a paso apresurado, tomó un carrito de supermercado y camino hacia las góndolas.

Pan.
Huevo.
Leche.
Detergente.
Shampoo.
Ramen.
Jamón.
Queso.

Metió todo en el carrito de comprar y se apresuró a la caja, miraba su reloj cada nada y se desesperaba al ver qué la fila no avanzaba. No pudo evitar rodar los ojos al ver qué una anciana se colaba en la fila y nadie le decía algo.

—Que vieja de mier...— su voz se congeló en el aire cuando escucho la voz de su preciado amigo.

— ¡Lee!— palmeó su hombro para llamar su atención y con usa sonrisa grande lo abrazó.— ¿De comprás? — Minho solo asintió con una sonrisa, observando a su amigo, hacía mucho que no lo veía. El chico se acercó al oído de Minho y susurró:— ¿Puedo formarme detrás de ti? La fila está muy larga.

Minho no dudo en hacerle espacio a un lado suyo—¿ Cuando llegaste y por qué no me dijiste? Te hubiera organizado una fiesta.

— Llegue ayer en la noche y se que estás trabajando muy duro, así que no quería molestarte, pensaba en hablarte el fin de semana para salir a beber algo— confesó.

— Hyunjin, tu sabes más que nadie que siempre me esfuerzo en mí trabajo, pero sin dudas me tomaría el tiempo de responder una maldita llamada.

— Lo sé, pero ya no importa, ya estoy aquí.—abrazo por segunda vez a Minho mientras soltaban unas estruendosas risas y se palmeaba la espalda.

— ¿Cómo estuvo tu estadía en Australia? — se separó del muchacho y avanzó dos pasos, la fila se estaba moviendo.

— Muy bien, tengo mucho que contarte.— dió pequeños aplausos entusiasmado.

—¿ Conociste a alguien? ¿Un chico, tal vez? — alzó una ceja, y su mano derecha fingiendo tener una copa de vino en esta.

— Si, puede ser — envolvió un mechón de su cabello en su dedo índice mientras sus ojos se dirigían hacía la izquierda.

—¿Cómo se llama?

— Basta de hablar de mí, Minho. Hablemos  de ti.

—Bueno... Conseguí subir de puesto, ahora soy secretario del CEO en la empresa que trabajo.

— Eso es genial. ¡Te felicito!

— En realidad es una mierda, prácticamente tengo que limpiarle el culo al estúpido ese.

— ¡Minho! Estamos en público idiota. Baja la voz.— golpeó en la nuca a su amigo, sin percatarse que habló tan fuerte que personas voltearon a verlo, unos con desagrado y otros como por ejemplo; niños, riéndose de la palabrota que había dicho el más alto.

— La concha de tu vieja.

— No insultes a mí mamá, ella no tiene la culpa de nada. — defendió Hyunjin mirando con indignación falsa a su amigo.

— Tenés razón, tu mamá no tiene la culpa de haber parido a alguien tan estúpido como vos.

Tuvieron que dejar los insultos y su charla, cuando llegaron a la registradora, cobró las compras de los dos muchachos y estos salieron a carcajadas del lugar.

— Que bueno es tenerte de vuelta,Jin.— confesó Minho, encendiendo el motor de su auto.

— Me amas, Min. Acéptalo.— sé puso el cinturón de seguridad, mientras conectaba su celular al Bluetooth del automóvil.

— Que egocéntrico te haz vuelto.

Minho detuvo el auto de golpe, haciendo que las ruedas de esté derraparon en el asfalto. Ambos chicos bajaron del vehículo tan rápido como pudieron y al encontrarse con una persona entraron en pánico. Al ser al rededor de las diez de la noche, el lugar aún se encontraba habitado pero con pocas personas ,de las cuales se encontraban lejos de el incidente que había ocurrido.

— Oye, chico. Despierta — murmuró Hyunjin mientras lo movía desde los hombros.

— No lo toques, podrías generarle una contusión.— Minho estaba apunto de arrancarse los cabellos, esto era grave.—¿Que hacemos?

— Llamar a una ambulancia.

—¿ Estás loco? Atropellé al niño, podría ir a la cárcel, tan solo mira como lo dejé. — exasperado por la situación empezó a entrar en una pequeña crisis.

— Esas heridas en su rostro, piernas y brazos, no sé las hiciste tú.— apuntó a los rasguños que tenía el chico.— La sangre en ellas está seca.— se enderezó quedando a la altura de Minho, bueno más o menos — hay que llamar a una ambulancia — insistió.

— Lo agarrás de piernas y yo de sus brazos y lo subimos a mí auto.— decidió Minho.

— Minho, estás por cometer una locura. Una ambulancia, punto.

— No tengo dinero para pagarle la maldita atención médica, Hyunjin. Ayúdame.

— No se la pagues. Simplemente llámala y que lo atiendan, él sabrá cómo arreglárselas. — dió media vuelta y se adentró de nuevo al auto.

Minho miró el cuerpo del chico, parecía que había salido de un hospital, su bata lo delataba, lo más sensato era llamar a la ambulancia, Hyunjin tenía razón, pero no tenía tiempo para declarar la forma en la que encontró al muchacho.
Mucho trabajo que hacer y muy poco tiempo para hacerlo.

Alzó al muchacho de forma lumbar y a duras penas pudo abrir la puerta trasera del auto, y recostó al menor en los asientos, enredó los cinturones de seguridad alrededor de su cuerpo y satisfecho con la seguridad puesta en el, cerró la puerta trasera y abrió la suya, subiendo en la parte del piloto.

— Estás demente.

— A juzgar por sus prendas, seguramente se escapó de algún psiquiátrico o algo por el estilo.

Hyunjin soltó una pequeña risa, incrédulo de lo que su amigo dedujo.— ¿Y lo dices así? ¿Cómo si no fuera nada? Posiblemente sea algún psicópata y tu metiéndolo en tu auto.

— Al dejarte en tu casa iré a dejarlo al hospital más cercano, Hyunjin. No te preocupes.

La verdad es que Minho no lo haría, lo llevaría a casa y esperaría a que se despierte, le preguntaría de dónde proviene, que le pasó para que se encuentre en esas condiciones y luego lo llevaría a dónde fuera que sea su casa, punto.


Sincerely Abril.

El Último Omega.{MINSUNG}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora