No supe en qué momento terminamos durmiendo en mi habitación.
Newt estaba abrazado a mi cintura, dejando su rostro en mis pechos.
Por la ventana noté que habíamos estado unas dos horas dormidos, aún podríamos llegar a unas clases, pero sinceramente, no tenía ganas.
Scamander se removió en su lugar, empezando a despertar,
—¿D-dormimos mucho? —pregunta con voz adormilada.
—Unas dos horas.
Asintió y dejó de abrazarme para sentarse en la cama.
—Debo ir a clases, no tengo una forma de justificar las faltas, —comentó poniéndose de pie —creo que los profesores entenderán porqué no quisiste asistir a clases.
Cierto, lo había olvidado.
—Si, luego lo hablaré con Snape.
Newt se acomodó su uniforme y después de colocarse la bata y peinar un poco su cabello llegó hasta a mi y dejó un corto beso en mis labios.
—Vendré después de clases, ¿de acuerdo? —asentí.
—No te preocupes, nos vemos más tarde.
Me sonrió y después de verme por una última vez salió deprisa de mi habitación.
Ahora, me encontraba sola, rodeada de un completo silencio y con mis pensamientos empezando a torturarme.
Poco a poco las lágrimas empezaron a bajar por mis ojos.
Me pasé la mano por el rostro mientras trataba de calmar mis sollozos.
Mierda. Mierda. Mierda.
Esto es peor de lo que esperaba.
Mis padres son unos jodidos mortifagos, seguidores de un maldito mago tenebroso que asesinó a miles de personas, él también lastimó a mis amigos, hizo muchas cosas malas, y ellos... ellos lo apoyaron, mucho.
No entiendo cómo nunca me di cuenta...
No tengo ni un solo recuerdo de ellos actuando de forma rara... nada sospechoso.
Tengo muy pocos recuerdos de mi vida antes de Hogwarts... sobre todo, tengo escasez de mi niñez.
Sorbí mi nariz mientras limpiaba mis ojos y me ponía de pie.
Caminé hasta mi escritorio, debía escribirle lo más antes posible a mis abuelos.
Escribí una corta carta, ahora debía llevarla con las lechuzas.
[...]
El resto del día me la pasé durmiendo, hasta que Newt llegó a mi habitación con un vaso de leche y un plato con galletas, en alguna ocasión le dije que eso me hacía sentir mejor, me sorprende que aún lo recuerde.
—¿Te gustaría que duerma contigo? —pregunta mientras me veía comer.
—Solo si puedes y quieres.
Sonrió y llevó su mano a mi mejilla.
—Eso es un si, supongo. —su pulgar limpió la comisura de mi boca.
Su tacto me hacía sentir mejor, tanto que inconscientemente cerraba los ojos y presionaba más mi cabeza con su mano.
—Te quiero, Newt.
Abrí los ojos lentamente, encontrándome que en sus mejillas ya había un pequeño rubor.
—Sabes que yo también.
