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El tiempo se desliza entre los dedos como el agua de un río, llevándose consigo los momentos más preciados y dejando en su estela los recuerdos que se aferran con fuerza a nuestra alma. Una tarde como cualquier otra, pero para mí, cada detalle de ese día está grabado en mi memoria como un recordatorio eterno de un pasado que se desvanece en el horizonte del tiempo.

Memory

Estábamos hablando y riendo como siempre en los asientos de atrás, pero todo quedó en silencio cuando la directora entró.

—Hola chicos y chicas, les quería informar que hoy tenemos un nuevo alumno. Ven, pasa y preséntate.

—Hola, un gusto. Soy Heung-Min Son, soy de Corea del Sur y tengo 20 años. Espero nos llevemos bien.

—Bueno, joven Heung-Min, puedes ir a sentarte allá atrás.

—Ok, gracias.

Cuando Heung-Min fue a sentarse, justo le tocó al lado de Julián y Enzo. Por lo que supuse, lo integrarían a nuestro grupo. La verdad es que se ve amistoso y bueno, así que tal vez pueda hacerlo mi amigo.

Estaba concentrado hasta que sentí que me estiraban el cabello. Cuando me di vuelta, era Leo.

—¿Qué querés, boludo? No ves que estoy copiando.

—Bueno, che, préstame una birome para copiar eso que la mía me la robó Paulo.

—Eu, no fui yo. Fue Alexis.

—¿Qué decís? ¡No fui yo!

Estaba por decir algo, pero escuché una risita. Cuando miré, era Heung-Min, y quería hablarle, pero fui interrumpido por Juli.

—Che, loco, paren de pelear que la profesora los está mirando —dijo en un susurro.

—No, Leo, no te voy a dar porque yo me quedo sin birome.

—Si quieres, te puedo prestar una yo, Cristián, ¿no? —dijo Son.

—Sí, ahí está. Dame esta para mí y vos agarrá esa —dijo Leandro, arrebatando la birome de la mano de Cuti.

—Gracias, Heung-Min.

Así pasó casi toda la mañana hasta que por fin sonó la campana del receso. Nos estábamos por ir cuando Enzo paró en seco y se dio media vuelta.

—Eu, Son, ¿querés venir con nosotros?

—¿En serio? No quiero molestarlos.

—¿Qué nos vas a molestar si sos re calladito? —dijo Dybala.

—Estamos de acuerdo —dijeron al unísono.

Cuando todos salimos, fuimos hacia la cafetería. Al llegar, agarramos algo para comer y nos sentamos. Nos estábamos presentando cada uno y, pues, simplemente le dijimos nuestros apodos y hablamos.

Apareció el famoso Frenkie detrás de Sonny y lo agarró de los hombros, a lo que Sonny pegó un brinquito.

—Vaya, vaya, miren, tenemos a un chinito en nuestra universidad.

—Dejalo, Frenkie, y además, no es chino, es coreano —dijo Julián.

—Vos callate que nadie te llamó.

—Ey, ojo cómo le hablás a Juli y dejalo a Sonny.-dijo Dybala

—Ay, ay, perdón. Vos también callate, tarado, que sos peor que ese puto.

—Te dije que lo sueltes y no lo llames así. Yo no te tengo miedo, Frenkie.

—Ay, Cuti, ¿por qué te metes?

Eternal Echoes  |cutison|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora