Capítulo 1

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Había sido destinada a sus brazos, y nadie me lo había dicho.

Encontrármelo fue una casualidad. Conocerlo, una coincidencia. ¿Enamorarme? No sé por qué me enamoré de él. Símplemente... fue el destino.
Todas las noches de insomnio, desacía las sábanas, tornando la vista hacia cada rincón oscuro de la habitación. Estaba sola, complétamente sola. Aunque acompañada de la luna, que se filtraba por la ventana y me recordaba la hora que era, cómo preguntándome por qué no dormía, como todo el mundo.

Hacía días que se había ido. Sam, el chico de mis sueños, justo después de decirme que me quería, se marchó.
No sabía con exactitud la fecha de su regreso, pero todos los días me llegaba un mensaje que rezaba: ya falta menos. Y así lo sostenía.
¿Y cuando lo viera, qué? ¿Me lanzaría a sus brazos y lloraría desconsoladamente? No me gusta mucho llorar, no es mi estilo. Seguramente me quedaría muda, en silencio, estudiándolo. Tratando de saber en qué pensaba.
Ignoraba qué estaría haciendo ahora. Ni siquiera sabía exactamente dónde se encontraba. Se había ido con sus padres a una ciudad en la otra punta del país.
Lo que más me dolía era saber que ahora mismo, él estaba durmiendo o haciendo cualquier cosa más importante, y yo estaba pensando en él. Me parecía injusto.
No había recibido el mensaje aún. Solía llegar entre las 10PM y las 2AM. "Ya falta menos". Cada día esa frase tenía menos sentido.
Era la 1:30 de la madrugada.
Estaba con los ojos abiertos, mirando al techo, en silencio. El teléfono estaba en vibración. Sabía por experiencia que si le hablaba yo, no me respondería. Así que solo me quedaba esperar.
Esperar.
Esperar...

Desperté a la mañana siguiente, boca abajo, con una pierna fuera de la cama, y con los ojos pegados por las legañas. Había sido una noche horrible.
Me levanté y me estiré como un gato, doblando y crujiendo las falanges de cada dedo. Bostecé, y me percaté de que me había llegado un mensaje al móvil. La lucecita parpadeaba.
El mensaje decía: compartimos en común el mismo cielo desde la ventana. Ya falta menos.

Apoyé la espalda en la pared y me dejé caer. Me temblaban las manos.
Estúpido manipulador...

IntoleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora