•Uno.

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Me paseé al rededor de aquél escritorio que conocía bien, ir a aquél lugar me llenaba de nostalgia, solo podía pensar en el, en mi difunto padre.

Yeonjun seguía dando vueltas diciendo cosas que no alcanzaba a escuchar, verlo feliz me hacía feliz, pero no podía evitar tener una pequeña espinita en el fondo de mi pecho. Sabía que no había razón para sentirme así, pero sinceramente no estaba en mis manos, realmente lo estaba intentando.

Poco tiempo atrás sentía que todo era perfecto, como en un sueño, pero en ese punto de mi vida realmente una sensación de inconformidad me estaba atormentando, extrañaba aquellas noches en las que me escapaba de casa y la adrenalina llenaba mis venas, extrañaba estudiar y compartir con otras personas de mi edad, las cuales vivían una vida normal, extrañaba no tener las responsabilidades de toda una red de narcotráfico encima, extrañaba a mi madre con quien ni siquiera recordaba la última vez que había hablado, extrañaba mi hogar, y en general extrañaba tener la vida de una chica normal a sus veinte años.

Fingía día a día no estar triste por que no estaba estudiando, no me sentía en paz siendo la heredera de una mafia, serlo nunca había estado en mis planes, pero ser una persona profesional si lo era y me estaba matando por dentro no estar trabajando en ello.

—¿Y a tí qué te parece, Kat?—Preguntó Yeonjun, volteé a mirarlo, a decir verdad ni siquiera había prestado atención a lo que el había estado diciendo. Lo miré confundida y avergonzada. El sonrío comprensivo, sabía que había estado muy distraída los últimos días. —¿Te gusta el color o prefieres que lo cambiémos?

Sacudí la cabeza volviendo al mundo real, casi olvidaba la razón por la que estábamos ahí, la remodelación de la antigua oficina de papá, la cual ahora pasaría a ser propiedad de Yeonjun, quien aquél mismo día iba a celebrar su graduación al anochecer.

Yeonjun había culminado sus estudios, internamente ya estaba siendo parte de la empresa de papá, pero a partir de ahí sería el propietario de aquella, con tan solo veinticuatro años, un poco impresionante a decir verdad, me sentía orgullosa de el, pero al mismo tiempo sentía que estaba bajo su sombra.

Sonreí amablemente. —Creo que el color está perfecto, luce exactamente igual a la última vez que lo vine a visitar, no creo que sea necesario cambiar nada.

Yeonjun se detuvo para arrecostarse en el escritorio mientras que yo seguía de pié a mitad de la oficina, lo escuché suspirar.
—Creo que mantenerlo exactamente igual es un poco masoquista, si quiero cambiarlo es por que me mata estar aquí, siento sus recuerdos en cada rincón de esta oficina.—Volteé a mirarlo, sus ojos brillaron cuando conectaron con los míos, esa flecha que acostumbraba a atravesar mi corazón cada vez que lo miraba cosquilleó en mi pecho, de verdad lo amaba. El inclinó su cabeza a un lado como un pequeño cachorrito. —Ven acá.

Esta vez fuí yo quien suspiró.

Obedecí y caminé hacia a él, quien inmediatamente me atrapó entre sus brazos, la sensación reconfortante llenó mi pecho, él era el único lugar seguro que tenía, me odiaba por no valorarlo lo suficiente, me sentía mal conmigo misma, intentando forzar la felicidad. Sus brazos envolvían mi cintura mientras que me recostaba en su pecho, el sonido de su corazón era mágico, me hacía olvidar todo lo que ocurría en el mundo más allá de nosotros dos.

—¿Estás bien?—Preguntó él en un susurro.

Asentí sin muchas ganas de hablar. —Si lo estoy. —Mentí.

El alejó su pecho hacia atrás obligándome a despegar mi cabeza de él, realmente no lo quería mirar, sentía las lágrimas picar mis ojos.

—No lo parece. —Sus ojos me atravesaban. —Haz estado muy distante estos días, y realmente creo que debemos aprovechar el tiempo juntos, últimamente no hemos compartido tanto como de costumbre.

I Know I Love You - Choi Yeonjun TXT [SECUELA] PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora