[0] Antes de la visita.

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      La visita de los señores Pines estaba cada vez más cerca, lo cual ponía a los gemelos y Billy con los nervios a flor de piel al no saber cómo reaccionarían con… bueno, todo.

      —Según lo que me contaron sobre ellos, dudo que relacionen tú… situación con el trato que hicimos, ¿cierto? —Billy recordaba algún que otro dato tirado en sus conversaciones con los Pines acerca de sus padres, entre los cuales casi siempre resaltaba algo en particular: No creían en la magia y al descubrir que sus hijos estuvieron en medio de cosas sobrenaturales durante sus vacaciones de verano, simplemente decidieron negarles volver a Gravity Falls durante cinco años.

      —Es probable. —dijo Mabel, mientras doblaba su ropa, al mismo tiempo que Billy la ayudaba barriendo la habitación mientras Dipper ayudaba a Stan en la tienda de la cabaña —. Pero considerando que tarde o temprano tendremos que decirles la versión que inventamos acerca de que la magia, no la tuya en específico —aclaró la castaña —, me hizo esto, lo más seguro es que vuelvan a prohibirnos venir.

      Billy simplemente escuchó en silencio mientras barría, sin darse cuenta de que su rostro había adquirido una expresión tensa ante la última frase.

      —Ya veo… —se limitó a responder, una vez terminó su tarea, antes de sentarse en la cama de Dipper para doblar su propia ropa.

      Mabel había sido distante con él desde que reveló su identidad, lo cual solo hacía que ambos se sintieran incómodos el uno con el otro, muy diferente a la relación maternal que habían tenido apenas unos días atrás.

      Billy, por su parte, aún buscaba de forma inconsciente, casi por instinto, estar cerca de ella. La ayudaba siempre que podía, e incluso habían pequeños momentos en que trataba de hablarle sobre cualquier cosa que no tuviera que ver con lo que estaban viviendo, como hacían antes… pero simplemente ya no era lo mismo.

      Mabel no evitaba hablar con él, pero tampoco era capaz de “seguirle el ritmo”. Era como si todos sus sentidos de defensa se hubieran activado aunque fuera consciente de que el Bill que tenía en frente no era el mismo de antes. No era que tuviera miedo, simplemente no se sentía segura ahora que sabía la verdad.

      «Billy, no seas idiota»

      Pensaba el rubio cada vez que notaba la nueva distancia entre ellos.

      «Sabías que iba a ser así y lo hiciste de igual forma… Sabes que fue lo mejor, no te quejes ahora»

      Pero por más que lo sabía, no podía evitar sentir un extraño dolor en el pecho cada vez que notaba la indiferencia de Mabel. Para bien o para mal, en el poco tiempo que pasó cómo humano había llegado a verla como su amiga.

      Cuando terminaron de limpiar y ordenar, ambos pasaron lo que restó del día en las puntas contrarias de la habitación a la que estaba el otro: Mabel en su cama, viendo el techo, la pared o cualquier cosa que encontrara interesante en el momento, mientras que Billy tomó prestada la cama de Dipper hasta que volviera para evitar molestar a la castaña con su cercanía, viendo cómo su atención pasaba por absolutamente toda la habitación… Pero nunca por él.

[ . . . ]

      Tres días para la llegada de los señores Pines y Dipper ya era consciente —desde hace cinco minutos —de que el malestar de Mabel era causado por magia. Según la versión de los hechos dada por ella y Billy, cuando la castaña extendió la mano a la estatua de Bill, se desató una maldición que vino acompañada del rubio.

      —¿Están diciendo que Billy es… un doble? —Dipper tenía una mueca extraña en el rostro que parecía decir por sí sola que el pobre no entendía ni mierda.

_ Metanoia _Donde viven las historias. Descúbrelo ahora