my thoughts will echo your name. ー cutison

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Por más cursi que suene, Heungmin estaba seguro de que físicamente sintió como su mundo cambiaba por completo el momento en que conoció a Cristian Romero.

Se había enterado de que Romero se iba a unir al equipo un par de días antes de su llegada. Sus compañeros de equipo habían estado hablando entusiasmados de lo increíble que era el jugador central argentino, que jugaba fuerte y nunca tenía miedo de ponerse en la línea de fuego si eso significaba recuperar la pelota. Incluso lo habían descrito como una "bestia" y un "asesino" y Heungmin estaría mintiendo si no admitiera que los Spurs podrían necesitar a alguien como él en su equipo

A veces, se sentía como si Heungmin fuera el único encargado de mantener unido al equipo. Se aseguró de que todos supieran que podían acudir a él si se sentían preocupados, sin importar si eran cercanos o no y le encantaba asegurarse de que todos la pasaran bien durante las extenuantes sesiones de entrenamiento. Su personalidad alegre facilitaba que todos le tuvieran cariño. Quizás por eso fue el designado para encontrarse con Cristian cuando llegó al estadio en su primer día. El argentino fue recibido con una sonrisa tímida y una cálida mano extendida, para después ser presentado a todo el equipo.

La barrera del idioma se notó fácilmente desde el primer día. El acento de Cristian era muy diferente de los acentos que Heungmin se había acostumbrado a escuchar de sus compañeros que hablaban español y eso hacía que fuera más difícil poder descifrarlo, ya que no podía mantener ni las conversaciones más básicas en inglés y mucho menos pronunciar una palabra en coreano. Así que fue una sorpresa para todos (tal vez excepto para él, que esperaba que sucediera) cuando el 7 y el 4 del Tottenham se volvieron cercanos.

Hicieron clic de inmediato. Ni siquiera un mes después de su llegada, ya no eran simplemente Sonny y Cuti. Se habían convertido en sonnyycuti y cualquiera que pasara suficiente tiempo cerca de los Spurs podía darse cuenta. La cancha de entrenamiento en poco tiempo se convirtió en su patio de juegos personal donde se molestaban mutuamente sin parar si eso significaba que podían robarse una sonrisa el uno al otro. A menudo almorzaban juntos, la mayoría de los días en completo silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro y descansando de sus días generalmente agitados. Pero en otros días, hablaban como locos. Heungmin escuchaba a Cristian parlotear en su idioma nativo, entendiendo solo un poco de lo que estaba diciendo y haciendo preguntas simples para asegurarse de que estaba siguiendo la conversación correctamente, además de hacerle saber al otro que tenía toda su atención. La mayoría de las veces, mezclaban todos los idiomas que podían hablar en uno solo. Sus compañeros de equipo bromeaban con que habían creado un idioma propio; uno que les permitía entenderse perfectamente sin dejar que nadie más participara en sus conversaciones.

Durante los partidos, instintivamente se buscaban cuando llegaba el momento de celebrar. Cristian tiraba de Heungmin hacia su cuerpo mientras susurraba lo orgulloso que estaba de él, lo bien que lo había hecho. Esos momentos se sentían tan íntimos. Incluso estando en un estadio lleno de gente, con cámaras por todos lados, además de tener a sus compañeros rodeándolos, podría jurar que el tiempo se detenía un poco, permitiendo que lo abrazara completamente separado del resto como si estuvieran destinados a tener su espacio individual en el tiempo para celebrar juntos, solos.

En los momentos más difíciles, también encontraban consuelo el uno en el otro, asegurándose de que el otro no se hundiera en el sentimiento de mierda que sentían en el fondo de sus estómagos cada vez que los resultados no los favorecían. No siempre era fácil, pero siempre se aseguraban de alentarse mutuamente con palabras de consuelo cada vez que tenían la oportunidad de hacerlo. "Podés hacerlo, se te va a dar en el segundo tiempo", "lo hiciste bien, fue un partido difícil, vamos a estar mejor para la próxima", "no fue tu culpa". Sabían que no tenían que dejar que nada de eso los afectara, pero también era bueno saber que tenían a alguien más en quien apoyarse y compartir todo el peso.