1. De nuevo.

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Desde que comenzaba la mañana hasta el momento dónde apoyaba mi cabeza en la almohada en la noche, no podía dejar de pensar en todo lo que pasó. Lo que pasó y también en él. Ichigo Kurosaki. Ese idiota que siempre estaba en mi mente, quiera o no.

Me desesperaba el sentimiento de no poder arrancar esas sensaciones que había dejado en mí. La molesta cara suya 24/7 rondando en mi cabeza... ¿Estaba volviendome loco? Porque juraba que no quería verlo, pero mi cuerpo decía otra cosa muy diferente.

Tenía ansías de él.

Habían pasado años de que nos conocimos, y nunca se habían dado a conocer estos sentimientos entre el y yo, pero ahora algo se corrompió dentro de mí. Ahora quiero desbordar de estas cosas que él me hace sentir. Y esas mariposas, ellas indicaban algo tan comprometedor. Esas mariposas que habían escapado de su jaula en mi estómago llamaban su nombre a gritos. Pedían más de ese tonto de cabello naranja.

Y, solo yo sabía lo tan profundo que había llegado, en tantos sentidos.

Escarbo en mi corazón y burbuja con sus uñas, tan violentamente que había llegado al núcleo. Y solo yo lo sabía. Tanto que aquellas noches no se borraban por más que las reescribieramos. Y solo yo lo sabía.

Estaba jodidamente, perdidamente, horriblemente sumiso a él. Su rostro, su voz, sus manos, sus toques... Eran irresistibles. Ichigo Kurosaki había hecho que caiga a sus pies, tan solo por un suceso de una noche...

 Ichigo Kurosaki había hecho que caiga a sus pies, tan solo por un suceso de una noche

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Esa vez estaba perdido, pero no recuerdo la razón. Sin embargo, si recuerdo a quien recurrí para entender mejor que me estaba pasando. Y si, a quien fui a pedir ayuda fue a ese de quién estuve hablando los últimos 30 minutos yo solo.

Me atendió como siempre, como si fuera una molestia. Pero la atmosfera cambió bruscamente cuándo hice un comentario...

―Si, ya entiendo. Solo vine a pedir un consejo, pero veo que no puedes actuar como una persona sensible, y esto es solo conmigo― Acomodaba mi cabello hacía atrás en señal de que estaba estresado en ese momento.

―Deja de decir estupideces Ishida. Tu pregunta fue una increiblemente idiota, ¿que esperas que te responda?― Se puso de brazos cruzados frente a la puerta, impiendo que me fuera de su habitación.

―Si, ya lo sé. Vine a preguntarte esto porque pensaba que eras un amigo, pero resulta que esa exclusividad es solo para Orihime, ¿no?― No entendía porque mi  boca soltaba palabras crueles para con él. Eso tampoco era un tema de mi incumbencia, pero estaba enfadado.

Insistía en que me abriera paso para salir. De repente, la cara de Ichigo cambió a una de enojo, y comenzó a chistar.

―Mierda, Kurosaki, dejame ir. ¿No te soy acaso una molestia también?― Lo mire frunciendo el ceño solo para recibir una mirada de frustración. ―Ya, solo me iré, ¿me dar-― Y cuándo estaba a punto de al menos intentar forzarlo a dejarme espacio, me agarró por mis muñecas y fue acortando distancia.

¿Por que tú? IchiishiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora