3. Inesperado

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Podía sentir una presión al rededor de mi espalda, que me atraían hacía una acolchada y cómoda almohada... ¿caliente? Simplemente estaba sin ganas de levantarme y quería disfrutar más de ese sensación relajada que me pedía seguir durmiendo.

Y eso es lo que estaba a punto de hacer, pero una pierna cruzando la mía hizo que me exaltara levantado mi espalda rápidamente de la cama. Y observé detenidamente en dónde estaba. Era claro que no era mi habitación. Estaba algo desordenada.

—Es tan similar a la casa de...— Tragué  pesado.

De a poco giraba mi cabeza para poder contemplando un cuerpo de piernas largas, con el abdomen descubierto y cabello naranja. —A la casa de... Ichigo— Me estremecí al recordar lo que había pasado esa noche. Y casi que no noté el hecho que no traía puesta mi camisa...

¿EL QUE?

La parte superior de mi cuerpo estaba completamente expuesta y me sentí avergonzado sin razón alguna. Y empecé con la búsqueda extensiva de mi prenda mirando a los al rededores sin hacer ruido.

Intentaba taparme con la fina sabana que estaba en los pies de la cama, pero se entrelazaba en los brazos de cierto tarado que estaba profundamente dormido, como si cualquier movimiento brusco no fuera capaz de interrumpirle.

Aproveché e intenté desenredar la tela de debajo de él, y casi que lo conseguía hasta que me asusté por verlo moverse suavemente para darse la vuelta. Suspiré aliviado.

Era mejor dejar atrás la idea de taparme por mas vergonzoso que fuera, así que me levanté a buscar mi camisa por el piso, armario, estante, donde sea.

—Esta lavándose— Mi corazón dejó de latir repentinamente al reconocer la voz detrás de mí. —Ayer la ensuciaste, así que la puse a lavar— Mi mente empezó a dar vueltas... "Ayer la ensuciaste"... ¿Con que exactamente?

—¿Que... que me voy a poner ahora?— Pregunté tímidamente, esperando una respuesta.

Ichigo parecía pensarlo, y así estuvo unos pocos segundos, hasta que sonrió tontamente.

—¿Que tal si usas una de mis camisas?— Lo veía bajar sus pies al piso, caminando lentamente hacía mí. Yo me quedé observando como si no pudiera hacer nada.

El se posicionó en frente de mí, acorralándome con el armario. Pero para mí sorpresa, yo que ya había cerrado los ojos esperando otra situación confusa, el abrió uno de los cajones. Sacó una camisa blanca, que obviamente era grande, de su tamaño.

Me la ofreció y al ver que yo no la tomaba me la tiró en el rostro.

—¡Eh!— La ropa cayó al piso y tuve que recogerla.

Cuándo vi, el ya no estaba dentro de la pieza, si no que sus pisadas se escuchaban bajando las escaleras.

—Dios... ¿por que de nuevo?— Quería ahogarme en un río. Estaba pasando vergüenza nuevamente y esta vez había sido por decisión mía. Si tan solo hubiera hecho caso a mi razonamiento no hubiera ido allí y tampoco habría hecho eso que hice en la noche.

Podía sentir el vapor saliendo por mi cabeza. Estaba hirviendo de tan sonrojado que estaba. Incluso sin verme podía sentirlo.

Me había quedado distraído como por 5 minutos, y me di cuenta de que estaba comenzando a sentir frío, así que no me quejé, me puse la ropa de Ichigo.

No había un lugar dónde podía ver como me quedaba más que el baño de abajo, al cuál me había negado a ir vistiendo ese mantel que el tarado llamaba camisa.

—Me queda jodidamente grade...— Lo peor de todo era que llevaba pantalones cortos, y tan solo se veía un pedazo de ellos.

—Si, me doy cuenta— El pelinaranja me observaba desde el marco de la puerta, con una cara más despierta y semblante más animado. —¿No es como un mantel para ti? — Justamente eso estaba pensando, tarado.

—¿No tenías algo más pequeño?— Holgaba los bordes de las mangas para que mis manos pudieran ser visibles.

—No es mi culpa que seas solo huesos, ¿sabes? Mi complexión es la promedio— Como si se estuviera burlando, solo le respondí con un "mentiroso" por lo bajo.

Me senté en su cama luego de haber sentido un cansancio en mis piernas, que hacía que flaquearán.

—¿Que pasa con mis piernas? Me duelen— Ichigo rió instantáneamente luego de mi pregunta. —¿Que?— Lo miré molesto esperando que me diera la respuesta.

—Taaaaal vez, anoche, te sentías muy bien— Caminó hasta mí y se recostó a mi lado, abrazándome por la espalda como cuándo estábamos durmiendo. —¿No quieres volver a hacerlo? Porque yo sí— Me forzó a recostarme en su pecho, y deslizaba sus manos por mi espalda, bajando más y más.

A tales toques, reaccioné imprudentemente con un gemido bajito.

—Carajo... no, hmn— Me removía para evitar que siguiera, pero el parecía divertirse. —Ichigo... ya— Encontró sus labios con los míos, besándome dulcemente.

Su mano frotaba mi trasero y apretaba mis glúteos cruelmente, pero me provocaban un extraño cosquilleo en el estómago.

—Ahh... Dios— Separó su boca de la mía, dejando un hilo de saliva. Podía ver sus ojos más dilatados y apasionados, lo que hizo que me encogiera en mi lugar.

¿Que estaba pasando entre él y yo?

—Ishida, eres tan lindo...— Empezó a dejar besos por mi cuello y clavícula, manoseando con su otra mano mi pezón. Él sabía como excitarme en pocos minutos, como si tuviera un control sobre mí.

La erección en mis pantalones se hacía cada vez más notoria.

Era plena mañana, ¿por que había amanecido así? Ya empezaba a sentirme con sueño de nuevo, exhausto por lo que estábamos haciendo.

—¡Hey, Ichigo!— La voz de Yuzu llamando por su hermano se hizo presente mientras golpeaba fuertemente la puerta.

—Carajo— Rápidamente nos reincorporamos y me escondí debajo de la frazada, e Ichigo abrió entre nervios la puerta.

—Ah, estemm, perdón. Pensé que estaban ambos despiertos— Yuzu parecía preocupada y y se lamentaba por haber gritado.

Mientras tanto, yo no le presté atención a la conversación que ambos Kurosaki mantenían. Si no que estaba ocupado en mis pensamientos, revolviendo en todos ellos hasta llegar al momento en donde dije... "El sabía como excitarme"... ¿El que?

Cada vez esto se estaba poniendo peor, porque lo hacíamos como si fuera algo que hicimos durante todo el tiempo que nos conocimos. Como si fuera una costumbre el cada vez que iba a su casa terminábamos... tocándonos y confundiéndome. Claro que no era así... Recién había comenzado hace menos de 2 semanas. Pero yo... quería descubrir más cosas.

Quería saber porque mi corazón latía así.

Quería saber porque mi corazón latía así

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