Prologo

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La nación de Askelas era prospera, era conocida mundialmente por ser una de las naciones más importantes, la exportación de petróleo y minerales era una de las razones principales por las que era considerada una potencia mundial. Por décadas la nación ha sido gobernada por una monarquía, unos mejores que otros pues a pesar de lo prospera de su economía, un considerable número de la población vive en pobreza debido a la falta de moral de alguno de los reyes y reinas que han caído en el poder. Sin embargo, en la actualidad, la nación se ha visto gobernada por el príncipe Leiv Varkiv, el cual, obligado por la enfermedad en la que cayo su padre, desde sus 15 años tuvo que empezar a aprender cómo manejar la nación. Liderando desde las sombras por su corta edad y por las reglas de la realeza de Askelas, era complicado para el joven príncipe manejar la nación, aconsejado por el parlamento, mismos que aprovechaban la corta edad de Leiv para tomar ventaja y elevar la economía de las clases más altas y volver más pobres a la clase más baja, sin sufrir las consecuencias de esto gracias a que todo era por las ordenes que le aconsejaban al príncipe. Durante ese proceso Leiv también se vio obligado a tomar distintos tipos de clases, desde clases intensivas de etiqueta hasta clases de danza y música. Aprendiendo desde lo más básico hasta los tratos internacionales que debía tener para mantener Askelas como la nación prospera que siempre ha sido. La infancia de Leiv fue complicada, su madre murió antes de que pudiera cumplir 14 años, su padre comenzó a caer en la locura por perderla, sin embargo, aun antes de todo eso, sus padres nunca estuvieron al pendiente de él. El único momento donde su madre estaba a su lado era para enseñarle a tocar el violín, una actividad que ambos disfrutaban más que cualquier otra cosa. Sin embargo, su madre como reina de Askelas, también debía encargarse de muchas cosas por lo que no tenía el tiempo suficiente para encargarse de todo lo que su hijo necesitara, por lo que Leiv creció bajo la compañía de las criadas y los mayordomos del castillo, algunas veces jugando con los hijos de los aristócratas que llegaban a comer en el castillo como el hijo del vizconde, quien se hizo su mejor amigo con el pasar de los años, pero claro, incluso con la compañía de Valamir había algunos momentos donde el joven príncipe llegaba a necesitar la compañía y atención de sus padres.

Para muchos la vida de Leiv podía parecer que estaba resuelta, y entre esas personas se encontraba Svein Rosium, hijo de una de las cocineras del castillo, el cual al igual que el príncipe también había crecido sin su madre. Svein era el hijo ilegitimo de un aristócrata que lo abandono junto a su madre a su suerte. El chico creció en la zona más pobre de la nación, viéndose obligado desde pequeño a trabajar en distintas cosas para poder ayudar a su madre con los gastos y también para poder mantener sus estudios, debido a que las zonas más pobres de Aleskas no solían terminar una carrera, Svein termino eligiendo un camino más ilegal, comenzando junto a un grupo de jóvenes a robar y estafar a los aristócratas que se encontraban en la zona o que llegaban a contratarlos para hacer alguna labor en sus casas. Impulsado por el odio que tenía contra la gente de alto estatus, además de formar parte de peleas clandestinas por las noches para obtener un poco más de dinero. De esa forma logro terminar una carrera de medicina, trabajando en el orfanato de la zona, ayudando a los niños que abandonaban con alguna enfermedad o que llegaban a enfermar estando ya dentro del orfanato. Muchos de los niños lo veían como una figura paternal o como un hermano mayor, A pesar de la personalidad difícil de Svein y su apariencia atemorizante, la forma en que trataba a los niños con mucho cariño y cuidado, hacia que los menores pudieran confiar en él y sentirse seguros a pesar de las condiciones en las que vivían. El orfanato de Askelas no era un buen lugar, el edifico tenía bastantes partes que debían ser arregladas y que por años la corona había prometido arreglarlo, sin embargo, el dinero destinado al orfanato no llegaba, aumentando el odio y rencor que Svein tenía por la realeza y todos los aristócratas que se enriquecen a costa de muchos de los más pobres.

Leiv y Svein viven realidades distintas, pero al mismo tiempo muy similares, uno nació en una cuna de oro, sabiendo que no le faltaría jamás un techo o comida para poder vivir, pero teniendo la falta del cariño de sus padres. El otro creció sufriendo de la carencia del amor de su madre y verse obligado a cuidarse solo desde pequeño. Ninguno de los dos va a esperar que sus vidas se crucen para cambiar por completo la idea que tienen del otro y enseñarse cosas que ninguno de los dos esperaba conocer y experimentar.

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