|Capítulo 40|

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[Disculpen las faltas de ortografía, avísenme de cualquier error]

|ES IMPORTANTE QUE LAS CHICAS QUE ESTÁN EN EL GRUPO DE WHATSAPP LEAN LA NOTA DEL FINAL|

(El anuncio al final del capítulo luego será eliminado).

Capítulo +18

Dante

Estacioné mi auto frente a mi casa y afuera se encontraban Lucca y Bruno. Fruncí el ceño y me acerqué a ellos con mis cosas en mano.

-¿Dónde está?- pregunté, refiriéndome a nuestra chica.

-La follé, quedó agotada y cuando llegamos de la empresa se quedó dormida desnuda en tu habitación- respondió Lucca y luego se encogió de hombros.

-¿Desnuda?- alcé una ceja y Bruno asintió.

-La dejó un poco adolorida. Se duchó y no quiso vestirse. No pudimos decirle que no- sonrió de lado y se adentró a la casa. Lo seguí y Lucca a mí, cerrando la puerta detrás de él.

-¿Y la fiesta? ¿Hablaron?- indago mientras me deshago de mi saco.

-No recuerda casi nada. No tiene idea de qué ocurrió, aunque creo que nos oculta algo- respondió Lucca mientras se sentaba en uno de los sofás.

-¿Por qué lo dices?-

-Pregúntale sobre la fiesta y te darás cuenta-

-Bien. Iré con ella- ambos asintieron.

Me adentré a mi habitación y la encontré durmiendo boca arriba; una de sus manos se encontraba bajo la almohada y la otra encima de su abdomen. De sus carnosos labios brotaban pequeños suspiros, sus largas pestañas acariciaban sus pómulos y su rostro solo reflejaba paz.

Hasta durmiendo me parecía exageradamente hermosa.

Me quité toda la ropa que traía encima, quedando solo en bóxer y con el pantalón puesto pero desabrochado. Removí mi cabello y me acosté encima de ella sin apoyarle todo mi peso.

En un toque tierno besé su frente primero, luego su nariz, a esta le siguieron sus mejillas y por último sus labios. Se removió debajo de mí y se arqueó un poco para acomodarse, provocando que sus pezones rozaran mi pecho desnudo.

Mis besos bajaron lentamente por su mentón hasta su cuello, el cual mordí suavemente arrancándole un suave jadeo.

-¿Dante?- susurró dormida. Con una de mis manos apreté su cintura delicadamente y no lo dudé dos veces cuando me prendí de uno de sus pezones. Soltó un gemido y abrió sus piernas, me acomodé entre ellas y maldije la maldita sábana por estorbar.

Me froté lentamente en ella y soltó un gemido justo en mi oído. Atrapé su otro pezón entre mis dientes y no paré hasta dejarlo lo suficientemente duro. Tomó mi rostro entre sus manos y se adueñó de mi boca sin pensarlo dos veces.

Gruñí en medio del beso y me presioné contra ella. Su boca se adueñó por completo de la mía, y mi lengua no paraba de danzar con la suya. Luego de unos minutos, nos separamos y sus labios estaban rojos e hinchados.

-Levántate- ordené. Me levanté de encima de ella y me senté en una de las esquinas de la cama. Se paró frente a mí con el ceño fruncido. Miré su cuerpo de arriba abajo y cuando se percató de que se encontraba desnuda, sus mejillas se tiñeron de un lindo color carmín- Boca abajo sobre mis piernas- ordené.

Sin replicar, se acomodó boca abajo sobre mis piernas. Sentí su cuerpo tenso y para relajarla comencé a dar suaves caricias en su espalda.

-Arquea un poco más la espalda- lo hizo y su trasero quedó aún más levantado- Serán veinticinco. Cuéntalas- avisé.

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