22/08/2022
La noche, era fría, oscura, aburrida, sola.
Deje de dormir en mi habitación aproximándamente tres semanas, porque en mi estaba adherido ese recuerdo de mis lágrimas en la almohada, no hacia nada más que llorar con la única canción que me consolaba, con la única persona que estaba para mi, Taylor Swift.
Taylor Swift, fue mi compañera de duelo, quise descubrir otra cancion de ella, hasta que escuché una tras o otra, con mis lágrimas saliendo a flote, pero de algún modo me sentí acompañada con cada verso acompañado de la melodiosa voz de aquella rubia.
Gracias a ella encontré a una persona que lleno mi vida de felicidad, sin embargo el dolor no se iba, y esa persona estaba ahí, consolandome, apoyándome en mi dolor, que gracioso que a las dos nos estuviera pasando lo mismo, ella logro superarlo, yo no.
Pero no se iba, el dolor permanecia en mi, y ya no solo era emocional, era físico, ¿por que esta pasándome esto? ¿Lo merezco? ¿Tan mala persona he sido? ¿Por qué nadie puede quererme? ¿No merezco conocer el amor? ¿Por qué soy tan estupida?, eran las preguntas que rondaban por mi mente casi todo el tiempo, y nunca encontraba una respuesta.
Solía pensar que talvez mi corazón es demasiado puro, que soy una persona demasiado entregada y leal y por eso me ocurrían las cosas, de igual manera era primera vez que me entregaba de tal manera a alguien, que confiaba plenamente y me enamoraba ciegamente.
¿Acaso me conformaba con poco? Estoy segura de que no, lo que me dio jamás fue poco, pero de que servía si no era real.
Rogaba a Dios de todas las maneras posibles que lo sacara de mi mente, de mi corazón, ya no quería seguir sufriendo, ya no quería llorar más, no quería pensar, no quería sentir, simplemente no quería amarlo más, estaba cansada, cansada de extrañarlo y de sentir dolor.
