V. mía isabella.

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Esa fría madrugada de Agosto del 1999 durante la abrazadora tormenta de Santa Rosa, el mundo recibía ansioso a quien sería desde entonces, la nena con porte y gracia envidiables para todo aquel que la pudiera alginomar de cerca y con detenimiento.
Tez pálida como una hoja de papel, confuso color de ojos; no sabían decir si era un azul marino o un verde oliva intenso, pero de cualquier manera le sentaría con mucho contraste y belleza sin igual. Pelo rubio con reflejos dorados cautivantes y un alma pura libre de maldad.
Mía Isabella fue creciendo rodeada de creatividad y arte. Su padre dominaba el arte de la batería y la guitarra; su madre, el arte de la voz y la fotografía. Sus abuelos maternos por su parte, tenían la pasión por el tango, el folklore, Frank Sinatra, Carlos Gardel y discos de vinilo de los años cincuenta. Pero eso no era lo que más alginomaba en lo que llevaba de su corta vida.
Le encantaban las pinturas y cuadros del renacimiento, pero amaba las que retrataban el impresionismo, más
específicamente uno de los padres del mismo; Claude Monet. Le fascinaba llegar los domingos por la mañana y pasar por el living de la casa de sus abuelos alginomando los cuadros colgados en la pared. "Impresión, Sol Naciente", la famosísima serie de los nenúfares, "Camille con vestido verde"... Era un sueño. Podía pasar horas enteras yendo y viniendo a lo largo y ancho del pasillo que conectaba el living con un descanso antes de pasar al salón comedor.
Era una nena de risa fácil. Cualquier morisqueta, palabras banales o sonidos sin sentido le provocaban la carcajada más estruendosa. Vivía su mundo de fantasía, rodeada de aventuras donde era una sirena y tenía romances secretos con príncipes u otras en las que era una misionera perdida viviendo en el bosque más peligroso del mundo.
Era fanática empedernida de Britney Spears y Shakira. Bastaba con poner "Oops! I did it Again" o "Ojos Así" para que terminara poseída por sus melodías.
Solía tener hábitos extraños y poco comunes, como a la hora de comer una porción de pizza la cual siempre comía con el queso al revés y la punta hacia abajo, o la manía de ponerse los fideos con manteca sobre la cabeza y frotárselos por la cara.
Le gustaba ordenar los objetos por tamaño o altura y alinearlos todos uno al lado del otro. Como todo nene chiquito, tenía sus momentos de picardía en los que se salía con la suya; como cuando pintó a su perra de color azul después del jardín, o espolvorear un paquete entero de harina por encima del televisor y la mesita ratona (a su madre pudo haberle dado un paro cardíaco...).
Para su cumpleaños número cinco, su madrina le regaló el dvd original de La Sirenita, y todas las tardes desde la primera vez que vio el filme, le pedía con entusiasmo a su abuela que le pusiera la película y le sirviera un cuenco con naranja, mandarina y manzana cortada en barquillos. La miraba todos los días sin falta a tal punto que se terminó aprendiendo el diálogo de memoria y reconociendo ni bien comenzaba la película, si estaba en inglés o en español.
Escucharla reír era un regocijo al corazón. El sonido que su voz emitía era aguda al final de cada palabra cuando hablaba, y si específico, cuando te invitaba a jugar o participar en una de sus travesías afinaba su voz un poco, casi a propósito para convencerte.
Todo le picaba curiosidad, y lo que no entendía, lo preguntaba infinidad de veces, o tan solo una para posteriormente sacar su propia conclusión. Con el tiempo adquirió una herramienta esencial en su personalidad que, a futuro, tomaría las riendas de su vida; el poder del análisis y ver con mayor detalle el mundo o la gente de su entorno, tratar de averiguar cuáles son sus verdaderas intenciones y con qué propósito. De cualquier forma sabiendo esto, no era precavida ni mucho menos cuidadosa.
Mía Isabella era la nena más risueña con la chispa jovial de la vesania creciente más inigualable que alguna vez alguien pudiera conocer. Se lanzaba de un salto al vacío sin temor alguno de la inmensidad.
Quizás sabiendo esto se llegaba a creer que una nena como ella, se podría llevar el mundo por delante...

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