Jokes

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— Es que es completamente insoportable, ¿no se cansa nunca de tocarme las pelotas? —exclamó Yeonjun muy mosqueado. Su eterno dolor de trasero le había gastado una broma pesada delante de toda la clase, dejándolo en ridículo.

— Fue divertido, te imita bastante bien —Taehyun soltó una carcajada mientras se sentaba en el suelo de la sala de prácticas.

— ¿Qué dices? Yo no sueno tan horrible —exclamó Yeonjun ofendido y miró mal a su amigo.

— Hyung, ¿podemos hablar? —el castaño se acercó al par y le sonrió a su mayor, pero este solo formó una mueca de desagrado.

— ¿Qué quieres? —preguntó de mala manera.

— El sábado hay un recital en el parque, ¿quieres venir conmigo? —invitó con una amplia sonrisa.

— ¿Para qué? ¿Para aprender a cantar bien? —rodó los ojos, molesto.

— Yo mejor me voy —Taehyun se levantó y se alejó de ellos, reuniéndose con Soobin y Hueningkai, que los miraban divertidos desde la otra punta de la sala.

— ¿Estás enfadado? Sólo fue una pequeña broma, cantas muy bien —Beomgyu movió la mano, quitándole importancia.

— Pues no parece que hayas querido decir eso con esa estúpida imitación —espetó malhumorado.

— No te lo tomes tan a pecho —el castaño negó un par de veces y sonrió de nuevo— Sábado en el parque a las doce, ¿sí? Vayamos a comer juntos —insistió con una amplia sonrisa.

— Está bien, pero nada de bromas pesadas —el mayor asintió y soltó un suspiro, estaba molesto, pero ya tenía planeado ir a ver el recital de todos modos.

— Lo prometo —canturreó este.

...

— Wa, esa chica canta muy bonito —exclamó Beomgyu mirando al escenario con admiración. Yeonjun lo miró a él, ¿cómo es que teniendo ese aspecto tan tierno podía ser todo un diablillo?

— Sí, tiene una voz limpia. Iré a por algo de picar, ¿quieres algo? —se levantó y lo miró, esperando una respuesta.

— Uhm, agua está bien —pidió sin apartar la vista de la chica.

Yeonjun se alejó hacia la máquina expendedora, comprando dos botellas de agua y unos snacks. Al volver, vio que Beomgyu ya no estaba en su sitio. Frunció el ceño y miró a su alrededor, nada. Lo llamó, pero le saltó el buzón de voz. Lo intentó varias veces y cuando entendió que no iba a cogerlo, empezó a buscar entre la multitud.

Pronto se hicieron las dos de la tarde, y Beomgyu aún no aparecía. El recital había acabado y Yeonjun le había dejado cerca de doce mensajes y treinta llamadas perdidas al castaño. Harto y cansado, se rindió y volvió a casa. Estaba enfurecido, Beomgyu lo había dejado tirado en medio de su quedada y ni siquiera respondía. No debió aceptar ir con él.

Al llegar a su casa, se encontró con el castaño sentado en su portal, con una amplia sonrisa y el móvil entre las manos. Se levantó al ver a Yeonjun acercarse y acentuó su sonrisa, pero el mayor se encaró contra él, acorralándolo contra la pared y mirándole con rabia.

— ¿Dónde demonios estabas? ¿Sabes la de veces que te he llamado? ¿Para qué me dices de quedar si me vas a dejar tirado a la mitad? ¿Por qué no has contestado a los mensajes siquiera? Estoy harto de ti y de tus bromas estúpidas, Beomgyu —le soltó frustrado, provocando que la sonrisa del menor desapareciese.

— ¿Estás enfadado? —preguntó sin poder apartar la mirada del rostro de Yeonjun enojado.

— Sí Beomgyu, estoy muy enfadado. Tus bromas no hacen gracia, además, todas van dirigidas a mí. ¿Qué problema tienes? Déjame en paz de una puta vez, si sigues jodiendo no sé qué podría hacerte, te odio —le echó una última mirada fulminante antes de entrar en su edificio y dejar solo a Beomgyu, quien se sentó en las escaleras del portal de nuevo y empezó a llorar silenciosamente.

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