Una gran responsabilidad.

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Mirabel se negó a recibir la comida de su madre, y decidió mejor que se la otorgara a alguien que en verdad la necesitase.

Carlos no la había soltado en todo el rato que estuvo con su familia. Pues, poco o nada le importaba que lo vieran mal después de lo que se enteraron.

La pequeña María se había aferrado al cuerpo de Mirabel, y no la soltaría, al igual que Carlos.

-¿Por qué no quieres comer hija?-. Le preguntó Julieta.

-Porque no lo necesito, ahora, si me disculpan, debo ir a sanar mis heridas y a bañarme-.

-¿Yo también puedo ir?-. Le preguntó preocupado a la chica que tenía recargada en su pecho.

-Claro, necesito que me ayudes con María-. Le dijo a Carlos con una sonrisa igual de preocupada.

-¿Qué haremos con la pequeña?-. Preguntó Carlos al aire.

-Quizás puedas preguntarle a tu familia si la quiere cuidar-. Propuso Mirabel.

-¡Mirabel!-. Le gritó la abuela Alma, haciendo que la chica volteara un poco enojada por el repentino estruendo-. ¡No puedes ignorarnos de esa manera! Tenemos que hablar muy seriamente-.

-Agh-. Se quejó en voz alta Isabela-. No es necesario abuela, déjala que se vaya con su noviecito de cuarta y con su familia de engreídos-.

-(Vete a la mierda mema)-. Pensó Mirabel soltando una pequeña risita al imaginar a su hermana como una completa estúpida.

-¡¿Qué se te hace gracioso?!-.

-Tu estupidez-.

-¡Mirabel!-. Le gritó su madre esta vez.

-Ay no me jodas, ¿ahora sí te metes?-. Le dijo con sarcasmo a su mamá.

-Mira, creo que deberías ir rápido a tomar un baño-. Le habló Carlos deteniendo la pelea por unos instantes-. Las heridas podrían infectarse si no las atiendes ahora y...-.

-Tú-. Le habló Pepa al joven-. No deberías ni estar aquí-.

-Mi mujer tiene razón, tú no deberías estar con nosotros ahora muchacho-. Le dijo Félix con enojo y algo de pena.

-...-. Carlos se quedó callado un momento y volteó a ver a Mirabel-. Me voy a casa Mira, tú debes hablar con tu familia y yo con la mía-. Le dijo con una sonrisa de cariño a la chica mientras alzaba a María con cuidado-. Además; esta señorita necesita una buena siesta-. Con la misma sonrisa le dio un beso en la frente a Mirabel y empezó a caminar hacia su casa, tenía mucho que explicarle a su familia.

Mirabel lo vio alejarse lentamente de ella, intentó parecer normal. Pero era más que claro que le afectaba no tener al chico a su lado.

Volteó de a poco para ver a su familia y lo primero que vio fue a Camilo acercándose a ella para ayudarla a mantenerse de pié.

Él la miró con pena pero también con una sonrisa comprensiva, para que supiera que la apoyaba en lo que fuera.

Mirabel sonrió y se abrazó al cuello de su primo, quien la alzó, por inercia, al estilo princesa. Ya que sus piernas perdieron el equilibrio no le quedó de otra que rendirse y dejar a su primo cargarla.

-Mejor vamos a casa, para que Mirabel se limpie y nos preparamos para la charla-. Dijo Camilo adelantándose a la casa.

Todos los siguieron sin decir nada, a excepción de Alma, que no podía estar callada por cinco minutos sin decir algo malo de su nieta menor. Quien la observaba como si la traspasara con la mirada, como si ella no estuviera ahí, e ignorando por completo su presencia.

Entre Sueños E Ilusiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora