Situación N° 4: El perro volador

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Ésta situación es un poco especial, porque ocurrió en mi familia. Es una anécdota que recuerdo aunque yo tenía unos 6 años cuando pasó. 

Cuando cumplí 5 años me regalaron un perro, era un Terrier, muy pequeño, al que llamé Mickey por mi obsesión con él. 

Recuerdo que a mi hermano pequeño y a mí nos gustaba jugar con el animal, y mi hermano odiaba que otros cogieran al perro, porque para él, un niño de dos años, era suyo y él tenía más derecho que los ajenos a la casa. 

El día del accidente estábamos en casa mi hermano, mi madre, mi tía con sus hijos, es decir mis dos primo y yo, ya que muchas veces quedaban mi madre y su hermana para que nosotros jugáramos juntos. Ese día hacía muy buen tiempo y todos estábamos en la terraza con el animal, cuando todo pasó. 

Uno de mis dos primo quiso coger al perro, pero mi hermano por no dejarle lo cogió antes y se alejó con el animal huyendo del otro niño. Se fue alejando poco a poco con la fuerza y rapidez de un niño de dos años, de forma que terminó en la barandilla de la terraza, alejando cada vez más al animal de la zona segura y dejándolo justo fuera de la barandilla a una altura de 3 metros de la calle. 

Entonces la fuerza de mi hermano se acabó y el animal terminó en el suelo de la calle, aún recuerdo los lloros del pobre perrito, al que se llevaron directamente al veterinario, por suerte sólo se le escayoló una pata, ya que no se hizo nada más. 

Ese día acabamos todos los niños llorando y el perro con una pata escayolada dos semanas, además de una buena factura del veterinario y una lección aprendida: Jamás, pero jamás dejes a un niño de dos años huir por una terraza muy alta con un animal en brazos. 

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