No caigas/ Spartor One-Shot

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Nuevo día, nuevo problema. Ese era el lema de un pequeño castaño, se temía lo peor nada más abrir sus ojos después de infinitos intentos de reconciliar el sueño, entre lágrimas.

Se levantó, todo normal, bueno para él.

Había un pequeño detalle, sangre y heridas, pastillas por todo el suelo, vendas húmedas y vidrios rotos.

Nah, broma. Lo único que había allí eran unos pocos cristales de un cuadro que rompió por rábia y tristeza. También una foto medio rota, dónde se veían el y ese chico felizes, sonrientes, sin problemas ni nada del estilo.

Ahora el pelirojo dedice olvidar todo, y empezar de cero, con su nueva pareja, sus nuevos pensamientos, su todo.

En cambio, el castaño no puede, lamenta esa gran pelea que tuvieron en esa azul habitación. Gritos, insultos, lamentos y lágrimas era lo que escuchaban sus amigos. Dos minutos después se oyó un golpe.

No hombre, no es grave. Sólo que un Ari enfurecido empujó a su menor, haciéndole chocarse con una estanería, derribando varios libros y un cuadro.

Después de eso, simplemente se escucho el cantar de la fría brisa de ese verano, y una puerta siendo cerrada gentilmente.

Así es, después de eso hablaron cómo adultos y decidieron que separarse era la mejor opción para ambos, bueno para al peli rojo. Al castaño no le haría bien, y eso lo descubriremos en el futuro...

De vuelta al puto presente, abrió poco a poco la puerta, para recibir la mirada de Raptor, ambos bajaron la vista para no empeorar la situación.

Suspiró inseguro, y con un dolor de pecho.

Andrés—B-buenos días—Saludo formal, mirando al suelo, mientras aceleraba el paso.

No recibió respuesta alguna, sonrió por lo bajo y fue dirección hacía abajo, siendo seguido por su mayor.

Se dirigió a la cocina, en busca de un poco de agua, de repente perdió el apetito desde que su ex le dijo algo que nunca se esperaba.

Miguel-- ¿Cómo vas Andrés? –Ultilizó su nombre, algo saben ellos.

Andrés -- ¿Por qué lo dices? -- Preguntó, mientras abría la botella de agua con delicadeza.

Todas las miradas hacía Andrés, este se sentía nervioso, un nudo en la garganta surgió.

Tosió, haciendo saber que le incomodaban sus preguntas.

Ramón al ver que el castaño hiba dirección las escaleras lo nombró.

Giró a verlo, para ver a Ramón con una cálida sonrisa.

Ramón --¿No tienes hambre? –Preguntó con el tono de voz más dulce del mundo.

Andrés niega con la cabeza y sigue su camino.

Todos suspiraron, mientras dirigían la mirada hacía Ari.

Miguel-- ¿Todo bien? –Cuestionó una vez más, preocupado.

Ari asintió.

3

3 semanas, Andrés no comía casi nada, apenas desayunaba obligado.

Ahora sentado, abrazando a sus piernas cansado. Le dolía la cabeza, le picaban los ojos, su voz era un poco más ronca y tenía problemas para dormir.

Parecía que tenía fiebre, pero no. Estaba completamente frío.

Michel entró algo apenado a la habitación del menor, suspiró triste.