PRÓLOGO

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Es una noche sin luna, la tormenta acompaña mi soledad. El viento se escucha como una sirena mientras sopla contra el cristal de mi ventana, y todo el interior de mi casa vibra con una misteriosa melancolía.

Todo el día, he estado atrapada en mis pensamientos, y he buscado un refugio en la luz mortecina de la lámpara, en la música triste, en la pintura. Pero nada puede mitigar el dolor, nada puede calmar la tempestad.

Todo me recuerda a él, a su cara, a su voz, a sus manos sobre mi cuerpo, a las promesas rotas, a las mentiras. Todo en mi alrededor recuerda a un tiempo en el que la vida era más feliz, en el que mi alma estaba más tranquila, en el que el amor estaba presente en todas partes. Pero esa noche, todo lo que veo me hace daño.

Miro hacia la noche que me envuelve, las estrellas parecen ser lejanas, inalcanzables. Hay un vacío en mi pecho, como si toda la alegría hubiera sido vaciada de mí, dejando una sensación extraña, una oscuridad sin fondo. Siento cómo se abre una grieta en mi corazón, como si estuviera siendo rasgada en pedazos.

La imagen permanece grabada en mi mente, su silueta deslizándose hacia la puerta, cada paso un golpe en mi corazón, cada momento que se aleja, un clavo en mi alma. Veo cómo la puerta se cierra, una puerta que parece clausurar toda la felicidad que alguna vez existió entre nosotros.

No sé si podré resistir esta noche, no sé si podré salir de este vacío, de este dolor. No sé si las estrellas volverán a brillar, si la alegría podrá volver a mi vida, si la felicidad será posible, si mi corazón podrá volver a estar completo. Me pregunto, ¿dónde está la vida, sin el amor?

"Sé feliz", su último mensaje se arrebató mi alma, como un águila desgarrando la tierra donde estaba enterrada la esperanza.

Cartas a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora