Amor a primera vista |LGBT+|

Capítulo Dos: "Porque me gustas tanto."

Casa de Joaquín
Enero 25, 09:23 A.M.

Supongo que jamás sabré cómo hacer estas introducciones, pero si debo contarles mi historia, debería acostumbrarme lo más rápido posible. También debía acostumbrarme a la luz natural que comenzaba a colarse por mis ojos y me anunciaba que el sol ya se estaba asomando por el horizonte pero... ¿por qué todo seguía tan opaco?

Hasta donde yo sabía; el sol siempre se regocijaba por su implacable luz y su calidez, y más en verano, pero el día era gris y el frío estaba presente, colándose por una puerta mal cerrada, la puerta principal.
Algo bueno, es decir, el verano no es una de mis estaciones favoritas gracias a que no me gusta para nada el calor. Escuchar como furiosas y despiadadas gotas de agua colisionaban con la tierra, además de anunciarme que la lluvia aún seguía, dibujaban en mi rostro una tenue sonrisa.

Me acomodé suavemente en el sofá planeando mi plan malévolo. Nadie estaba despierto, quizás podía dormir unas horitas más antes que alguien se percatara de mí y tuviera la obligación de entablar una conversación. Recuerden, Maximiliano era el que tenía el superpoder más tontos de todos, suerte con sus relaciones sociales, no yo.

Y ni les cuento cuando recién me despierto, por mí, podría pasar hasta el día de mi muerte en una cabaña en medio del bosque sin que nadie me moleste. En otras palabras, no me aguanto a mi mismo cuando recién me despierto, ¿podrían culparme por dormirme unas horitas más y evitar los "buenos días" de personas que recién conocí ayer?

Pero cuando cerré los ojos y mis neuronas decidieron ir a trabajar, me di cuenta que no tenía ni una pizca de sueño. Pocos segundos después también me dí cuenta que ya no estaba acompañado del bello durmiente, así que me recompuse y lo busqué vagamente con la mirada, aún sintiendo un leve dolor en mis ojos por no estar acostumbrado a la luz matutina.

Me levanté del sofá e intenté no pisar a nadie. Mi pequeño diablito personal me susurró al oído que le de su merecido pisotón a Judas pero opté por dejarlo en paz en los brazos de Morfeo, o mejor dicho de Valeria. Al final parece que el lobo había cazado al correcaminos. Sonreí viéndolos juntos.

Caminé a la puerta principal con el plan de cerrarla; así como si fuera mi casa. Quizás mi cerebro aún no recapacitaba de que no estábamos en nuestra casa. Cuando tomé el picaporte, una curiosidad totalmente irrazonable me hizo abrir la puerta suavemente y encontrarme al muchacho que ayer me había acompañado. ¿O yo lo había acompañado a él?

El castaño se encontraba mirando su minimalista jardín principal, parado bajo la lluvia sin remera, sólo con unos shorts blancos detallados con flores que jugaban con tonalidad rojizas y anaranjadas. Cuando se percató de mi presencia, se giró a mi dirección y corrió un poco el cabello mojado de su frente y habló:

- Buenos días, Guille.-y me regaló una sonrisa acompañada con un suave choque de miradas. Yo le devolví el gesto y me acerqué a él, sin importarme que las "balas" comenzaran a humedecer mi ropa, mi piel, mi cabello, sin importarme nada. Joaquín intentó detenerme extendiendo sus brazos pero viendo que no detenía mi caminata sólo se quedo anonadado por unos segundos, y luego volvió a su postura de siempre. Siempre con una sonrisa en el rostro.

- Ayer me dio la impresión que no te gustaban las tormentas.-solté sin más cuando llegué a su par y contemplaba el paisaje que tanta atención le robaba a mi acompañante. Éste hizo exactamente lo mismo que yo.

- Te equivocas-comenzó.- Me encantan las tormentas.

- Entonces...-dudé.- No te gustan las películas de terror.

Me dedicó una risa.- Estás en racha. Tampoco. Me gustan bastante las películas de terror. -suspiró antes de continuar.- Ayer estaba realmente cansado y estresado, pero les debía una junta a mi gente. Recuerdo en un momento de la noche tener una pesadilla y aferrarme a mi almohada. Pero...