Anillo

Era una chica bella. No como tú, que eres guapa. Ella era bella a lo natural. Sin maquillaje ni peinados o cortes de pelo extravagantes, ni vestimenta que llamara mucho la atención. Era, por su simpleza, muy elegante. Su caminar intimidaba a todos y nadie podía evitar voltear la vista para admirar su belleza. Sin embargo ella no se percataba de que era el centro de atención.

Yo la observaba con atención, desde sus largas piernas, su cuerpo 90-60-90, su cara refinada, su piel bronceada a lo natural, sus ojos color miel y gris, sus labios rosas, su nariz respingada y su cabello negro hasta la cintura. Era bella, pura.

Tú no estabas ahí para admirarla, te habrías puesto celosa.

Luego ella me vio y se detuvo en la acera de enfrente a la mía donde me encontraba en una banca del parque, sentado. Cruzó la calle y me observó, ninguno dijo nada, entonces me tendió la mano izquierda y yo la estreché. Noté que tenía un anillo en su dedo anular -de la mano que me había ofrecido-.

Me levanté sin reflexionar y tuve la sensación de estar hipnotizado por su belleza, pues no dejaba de mirarla. Luego no supe qué pasó. 

Me sujetaba de las muñecas y luego se desnudó, cosa que me provocó un deseo en ella. Y cuando nos hicimos uno, se quitó el anillo y me lo puso en su lugar.

Volví a la escena donde yo me encontraba anteriormente, esperándote, en aquella banca del parque. La chica bella pasó, me vio y me sonrió. Entonces tú llegaste y me plantaste un beso en los labios.

La chica ya no estaba y no vi por donde se fue. ¿Qué había pasado? No sé.

-Mira esto- me dijiste alzando tu dedo anular izquierdo. Portaba el anillo mismo que tenía la chica bella.

Volteé a ver mi mano, el anillo ya no estaba donde me lo esperaba.

No supe qué decirte, agaché la mirada, luego me alzaste la cara con tu mano. Te vi y eras la chica cuyo nombre desconocía, esa chica a quien había amado. Y luego, jamás volví a verte de nuevo, ni a ti ni a la chica. Jamás supe que pasó en ese momento conmigo...