Parte uno.

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Bésame en la boca y libérame, cántame igual que un coro
Puedo ser el sujeto de tus sueños, tu deseo enfermizo

HEESEUNG

Las luces de colores en el lugar dañaban mi vista, el olor a sudor combinado de perfume entraba en las fosas nasales de todos, la música resonaba alto en mis oídos, el sabor amargo del alcohol se hacía presente en mi ser y el tacto de esa bella persona frente a mí era hipnotizante. Estaba en el cielo danzando con el ángel prohibido de Dios y todos a nuestro alrededor miraban sorprendidos el que un mortal pudiera desafiarlo.

Era el pecado y la situación perfecta, se sentían bien las miradas de odio, los murmullos negando que existiéramos, todo era jodidamente excitante, quería más, necesitaba más de la persona aferrada a mi cintura.

-Bésame, haz que el mundo nos odie, se libre.

Ahora bailar pegado a su cuerpo mientras nuestros labios se unen en un beso era mi actividad favorita, no me importaba si a causa de eso tuviera que ir a la iglesia a confesar mis pecados y rezar tantas ave maría como fueran, si la razón era él, con gusto así sucedería. 

SUNOO

Bailar con él era extraño, sin embargo, no podía parar de hacerlo, la necesidad de sentir su cuerpo junto al mío era más grande que yo; besarlo frente a todos fue caer en una tentación, me sentía juzgado ante la mirada de Dios y sus apóstoles perfectos, ya había puesto mi pie en el infierno al besar a ese demonio sin cuernos, estaba condenado a la vista juzgadora del mundo cotidiano, pero con él estaba seguro de que quería pasar el resto de mi vida gobernando el inframundo a su lado.

Su mirada reflejaba la excitación del momento, aquel beso fue la necesidad de ambos; sus manos recorrían mi cuerpo con ningún tipo de descaro y con sus largos dedos trazaba dibujos imaginarios en toda mi espalda dentro de mi camiseta blanca, haciéndome temblar ante su tacto.

-Eres mi deseo enfermizo.

Solo éramos él y yo, ya nadie más existía, no era ni el cielo ni el infierno, era un punto entre medio de ambos donde las almas encontraban a su otra mitad, un lugar cálido donde podías bailar y nunca cansarte; un lugar de extrema tranquilidad donde no podías temer a nada; un lugar donde podía besarlo las veces que quisiera y nunca se acabaría esa noche.

No muerdas | HeeSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora