Capítulo Siete.

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Narra Kagome:

Volví al buffete al rededor de las 4:15 PM. Seguía un poco triste con la despedida de mi amado pero debía ser fuerte. Él sólo estaría lejos de mí por unos pocos días. Nada iba a pasarle.

Entré por las puertas de cristal y vi a Sango hablando con una chica castaña de la recepción. Me costó un poco identificarla pero después de acercarme un poco me di cuenta de que era la pequeña Rin. Ambas me vieron acercarme a ellas y me saludaron con la mano. Al llegar las saludé con un beso en la mejilla.

—Estabas perdida, amiga. — me dijo Sango con su cara muy sonriente. Rin rió bajito. —¿Estuvieron buenas las cogidas de Sesshomaru en estos últimos días?.

—¡Sango!. — grité avergonzada. Mi cara se sentía hirviendo y juraría que estaba más roja que un tomate maduro. —N-no digas esas cosas aquí.

—Ustedes dos son un gran dúo. — sonrió Rin.

Entonces me pregunté en dónde estaba Kikyo. Ella siempre andaba en el lobby del bufete o bajando y subiendo en el ascensor y corriendo por doquier. Era raro no verseguraese rato que estaba hablando con las chicas.

—¿Y Kikyo?. — pregunté. —Siento que la extraño demasiado.

—Se tomó unas vacaciones junto a Inuyasha. Los dos se fueron a Hawai  por un mes. — dijo Sango.

—Bien por ella. Voy a extrañarla un poco. Subiré a mi despacho a comenzar a trabajar en todo el papeleo de hace días y a marcar citas con Sesshomaru cuando vuelva. Rin, por favor, envía a mi despacho algunos dulces y jugos naturales... Y algo de pizza. Nos vemos luego, girl. — subí al ascensor y marqué el piso de mi despacho. Me despedí a Sango y Rin con la mano antes de que las puertas se cerraran.

Narra cualquiera:

—¿Ordena demasiada comida? ¿Extraña a Kikyo? ¿Pasa algunos días con Sesshomaru, su novio y jefe súper pervertido? Esto me huele mal. — Sango cruzó de brazos y Rin apolló el codo derecho en el mostrador y colocó su barbilla sobre la mano derecha.

—Sí... ¿Estará en depresión o algo?. — dijo la castaña menor. Sango se golpeó la cara con la mano.

—No, tonta. Sólo significa una cosa y yo voy a averiguarlo. Ordena la comida de Kagome y yo iré a interrogarla. Por suerte Miroku no viene hasta las cinco.

La castaña de ojos avellana a pasos apresurados llamó al ascensor. Cruzó nuevamente de brazos e hizo su característico taconeo en el suelo cuando estaba ansiosa o enojada. Rin desde la barra de la recepción se reía de su amiga. El ascensor llegó, Sango subió y Rin terminaba de ordenar el pedido de Kagome a una pizzería que les encantaba a todas ellas.

...

Abrió la puerta de repente y Kagome no pudo asustarse más. Sango pidió disculpas y cerró la puerta con cuidado para luego acostarse en el sofá del despacho de su amiga. La castaña tomó unas revistas que estaban en la mesa decorativa frente al sofá y simuló estar leyendo el contenido.

—¿Pasa algo, amiga?. — preguntó Kagome. Terminó de enviarle un correo electrónico a un abogado que pedía una cita con su novio y le prestó atención a la castaña. —¿Algún problema?.

—¿Puedo hacerte unas preguntas?. — preguntó sentándose de repente el el sofá azul cristal.

—S-sí cla...

—Bien. Escucha. — interrumpió.

—Ok. Escucho.

—¿Te va bien en tu relación con Sesshomaru?.

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