lejos de todo

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Luego de haber estado un mes en Qatar y entrenar al 200% para rendir satisfactoriamente en la cancha, alcanzaron la gloria eterna y traer el triunfo a tierras argentinas, los chicos por fin podían darse unos días de descanso antes de, cada uno, tomar su camino y retonar a los entrenamientos de sus clubs respectivos.

Los dos menores del grupo aprovecharon estas mini vacaciones para irse a su casa de playa alejada de la ciudad para disfrutar su tiempo libre, y que mejor pasarla con la persona que más aman.

Llegaron el viernes por la noche, el azabache estacionó su carro dentro de la cochera que tenía la casa, mientras el mayor sacaba sus pequeñas maletas para llevarlas dentro de la misma, el lugar era amplio con una vista hermosa al mar, decidieron comprar aquella residencia para ir en sus días de descanso, como en esta ocasión.

Se instalaron y entraron a su habitación, mientras Julián abría las ventanas para que entre un poco de aire fresco, sintió unos brazos fuertes posicionándose en su cintura y besos dejados en su cuello, sonrió para darse vuelta y posar sus manos sobre el trabajado pecho del menor dibujando figuras imaginarias.

- Gracias por venir a pasar las fiestas conmigo Juli - Dijo en un susurro el morocho mientras lo miraba con esos ojitos chinitos llenos de amor.

- Siempre voy a estar para vos cuando me necesites - Lo miró de la misma forma dando pase a un beso suave y tranquilo, así era hasta que el menor profundizó aquel contacto volviéndolo más desordenado, haciendo que el contrario suelte pequeños jadeos.

- Sabes... creo que me merezco un premio por haber ganado la copa - Enzo rompió su burbuja de amor con lo último dicho dando a entender sus segundas intenciones, mostrando su típica sonrisa que lo hacía Enzo Fernández, el mayor se limitó a sonreír y seguir con el beso dando a entender que gustoso le iba dar el premio que tanto quería.

Y pasaron la noche demostrando su amor bajo las sábanas, siendo la luna testigo de aquel momento como muchos.

Al día siguiente por la mañana, los rayos de luz colaba por la ventana de la habitación, posandose sobre la fisonomía del castaño, obligandolo a arrugar la nariz, bostezando quiso girarse sin éxito debido al afianzado agarre de unos brazos tatuados en su cintura, luego de varios intentos logró darse vuelta, mirando a su novio plácidamente dormido, lo sacudió un poco por sobre el hombro, haciendo a este arrugar el ceño, ajustando más su agarre.

- 5 minutos más gordo - Habló con voz gruesa, negandose a dejar la suave cama.

- Amor, ya son las 12 de la tarde, vamos a tomar desayuno - Intentó convencer a su pareja, no lográndose ya que Enzo se dió vuelta para seguir durmiendo.

Álvarez se rindió y decidió él levantarse a preparar algo para ambos, se colocó unos boxers y una remera del menor, que le llegaba a la mitad de los muslos, yéndose así a la cocina.

Decidió poner a calentar café mientras hacía huevitos revueltos con tostadas en la sartén, minutos después entra a la cocina un somnoliento Enzo, como ya era costumbre, abrazando al mayor por la espalda dejando un sonoro beso en su mejilla.

- Buen día, mi amor - Escondió su cara en su cuello dejando piquitos en este, para luego de unos minutos poner la mesa para desayunar juntos, encendieron la radio a un volumen bajo para acompañar su cómodo ambiente.

El comedor tenía una vista agradable del paisaje, si prestabas atención se podían escuchar las olas golpeando contra las grandes rocas sobre la arena.

La pareja se sentó mientras se servían en sus respectivas tazas y platos, conversaban sobre temas triviales, sin ningun tipo de emoción negativa sobre ellos, no tenían preocupaciones, siempre y cuando estén al lado del otro, tenían paz.

Les gustaba ir a esa casa en tiempos de vacaciones ya que se alejaban de todo el mundo y se olvidaban de que eran figuras públicas, ahí solo eran Enzo y Julián, dos enamorados felices.

El castaño tomaba su café mientras miraba por la mampara que daba una vista perfecta del mar, el clima cálido alumbrando su espacio, teniendo al lado a su hombre, quien le hablaba, pero no le prestaba atención, estaba más ocupado perdiéndose en esos ojos marrones, apreciando cada definida facción.

Salió de sus pensamientos cuando el pelinegro lo jaló del brazo llevándolo a la sala.

- Me encanta esta canción, baila conmigo - Le decía con una carita de emoción, parecía un nene de 10 años recibiendo un dulce, terminó aceptando, olvidando que no le gustaba ni sabía bailar, pero, cómo iba a decirle que no.

Así pasaron los minutos que duraron la canción, bailando una canción a solas, olvidandose de la perfección, concentrándose en pasarla bien y disfrutar del momento, los dos se miraban con amor mientras tenían una sonrisa de oreja a oreja, les encantaba la presencia del otro, acompañados de las brisas que traía el viento, era como estar en el fondo del mar, lejos de todo.

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⏰ Last updated: Feb 05, 2023 ⏰

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blouse - enzo x juliánWhere stories live. Discover now