Capítulo 11 | ¿Desnuda en su cuarto?

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CASSIE HARPER

Dicen que las fiestas alocadas son las mejores porque están llenas de alcohol, música ruidosa y chisme. Siempre pasa algo en esas fiestas. El ambiente es eufórico y te hace sentir en una nube, de pronto te deja de importar todo y solo quieres divertirte y cometer un par de locuras tontas. No importa porque no piensas en las consecuencias o en el qué dirán, ya puedes lidiar con ellas otro día.

Pero nadie habla de lo espantosas que son las resacas cuando el efecto termina.

Y aún peor, nadie dice nada del horror que sientes cuando recuerdas las locuras que cometiste.

Me remuevo en la cama porque quiero pensar que solo es una pesadilla, que en realidad nada de eso pasó y que mi estúpido plan alocado de ir a la fiesta de los vecinos para fastidiar a Travis resultó bien y terminó cuando me fui a casa, me quité el maquillaje con una enorme sonrisa en la cara y me acosté como un bebé.

Entonces, me doy cuenta de un detalle: Este aroma mentolado no es mío.

Olisqueo la almohada y frunzo el ceño. Vale, tal vez es parte del sueño, no pasa nada. Me muevo de lado y escucho un ruido extraño. Abro un ojo chismoso que se convierte en dos ojos chismosos y asustados cuando notan que esta no es mi cama.

Oh por dios. ¿Qué es esto? No, debo estar soñando. Este no es mi cuarto, tiene que ser un cuarto producto de mi sueño, sí. Tal vez la fiesta estuvo fuerte y me caí de cabeza. Sí, tiene que ser eso.

Respira, Cassie, respira. Está todo bien. No estás en el cuarto de un extraño. No...

De pronto la puerta se abre y aparece un chico con el cabello mojado. Grito asustada y me cubro el pecho con las sábanas, esperando que entre un pervertido, pero me paralizo cuando el chico castaño aprieta los labios y levanta la mirada hasta que sus ojos grisáceos conectan con los míos.

—Vuelves a chillar así a esta hora y te aviento por la ventana.

No. No, no, no.

El mundo se me cae a los pies.

Me levanto con las sábanas cubriendo mi cuerpo y me asomo por la ventana. No... ¡¿Qué rayos estoy haciendo en su cuarto?! Me vuelvo estupefacta hacia él.

—¿Qué haces? ¿Me quieres espantar a los vecinos con esa cara?

Él se saca la camiseta blanca por la cabeza y su torso queda al descubierto. Recorro la silueta de su figura masculina, es atlética, sus hombros no son tan anchos para ser musculoso, pero tiene su cuerpo definido. Abre su armario y saca una camiseta sin mangas, la sacude y la estira, pero con ese movimiento los músculos de su espalda se contraen hasta que se la pasa por la cabeza. Veo su brazo venoso cerrar la puerta y sus pulseras de tela sacudirse cuando se vuelve hacia mí.

—¿Siempre eres tan chismosa?

—¿Por qué...?

—Se llama baño. ¿Nunca te has bañado?

¿Acaso él y yo...? Oh por dios, no. ¿En qué momento el plan de fastidiarlo incluía terminar en su cama enredada en sus estúpidas sábanas?

—Mono, estás arrastrando mis sábanas.

—¿Qué? —Lo miro confundida.

Travis pone los ojos en blanco y se acerca como si le pesara hasta el alma. Eso me alerta, tal vez ha hecho mucho ejercicio la noche pasada y tal vez lo hicimos juntos porque yo también siento mi cuerpo adolorido.

Extiende una mano hacia mí, pero retrocedo con las sábanas aferradas a mi pecho. ¿Qué está haciendo? Él me lanza una mirada recriminatoria y se vuelve a acercar, pero vuelvo a retroceder hasta que mi espalda impacta con la ventana y me quedo sin escapatoria.

Una Conquista FamosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora