Touch

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— ¿Te gustaría venir conmigo? — Evie mordió el bagel que comía. — Les gustaría. — se corrigió. — Ambos. Tú y Jimin.

Dos meses después, había llegado la temporada navideña. Evie y yo seguimos viéndonos y solíamos comer juntos, siempre que nos era posible. Me había mencionado que pasaría las fiestas con su hermano, moría por volver a ver a su sobrino. Yo esperaba la visita de Jimin, quien decidió ese año pasar sus vacaciones en New York. 

— ¿Crees que a tu hermano le parezca bien?

— Tú le agradas y Jimin, es una ternura. — Esa tarde estaba nevando y usaba un gorro de lana, que la hacia lucir muy linda.

— ¿Ternura?

— Ajá. — bebió de su té. — La casa de mi hermano tiene una habitación extra y estoy segura de que estará feliz de invitarlos.

— No lo sé.

— Pueden volver después de Navidad, si no quieres pasar la víspera de año nuevo conmigo... Con nosotros. — bajó su mirada y bebió de su té, al notar que no apartaba mis ojos de ella.

Sé que me decía ciertas cosas con su comportamiento, cada vez sucedía con más frecuencia, pero también se alejaba en cuanto me acercaba y eso comenzaba a desesperarme, pero no se trataba de que ella diera el primer paso, lo daría yo, definitivamente.

— ¿De verdad quieres que vaya contigo?

— Si, de verdad quiero que vayas.

No fue difícil convencer a Jimin. Durante los meses anteriores, Evie y él tuvieron algunas llamadas, también se enviaban mensajes, que yo le ayudaba a escribir. Así que cuando llegó a New York, parecían viejos amigos reencontrándose. Ella lo abrazó de forma efusiva y lo hizo reír mucho. Jimin no paraba de decir "Bonita, bonita, bonita" y esas vacaciones se volvieron especiales.

Dave, el hermano de Evie, vivía en Indiana. El frío y la nieve intensa nos recibieron, junto con su familia. Habían preparado todo para nosotros y celebrar. Evie se veía feliz junto a su sobrino y nos hicieron, a Jimin y a mi, parte de los preparativos de la cena navideña.

Antes de cenar, mientras que Jimin tomaba una siesta y Dave se ausentaba con su familia, para visitar a sus suegros, Evie me pidió que la acompañara al pequeño ático de la casa.

— Algunas películas de terror comienzan así. — dije en broma y ella hizo un puchero.

— Por favor, no arruines este lugar. Es acogedor y no tiene nada de terrorífico. — desplegó una escalera de madera que venían desde arriba.

— Lo siento. — le dije. Evie subió por la escalera y la seguí.

Tenía razón, el lugar parecía más una habitación de juegos, con algunas cajas apiladas en una esquina. Había mantas en un espacio y una lámpara en el suelo, con la luz encendida. Una ventana pequeña daba a la calle.

— Está frío. — dije en voz baja y blanqueó los ojos. La vi ir hasta las cajas apiladas y junto a ellas, había un calentador eléctrico que encendió. — De acuerdo. No puedo quejarme, ni hacer bromas sobre tu ático de ensueño. Anotado.

— Ya pronto estará cálido. — Evie terminó de cerrar el acceso al lugar. Caminé hacia la ventana e intenté mirar hacia afuera. Todo lucía blanco por la nieve.

— ¿A qué me has traído? — me crucé de brazos, alzando una ceja.

— Yo... no he podido fotografiarte.

Mentira, esa era una mentira, no se le daba bien mentir.

— Ahh ¿Tienes tu cámara aquí?

Evie apretó sus labios, tratando de no sonreír.

Perfect  [kth][+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora