Introducción

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Si algo caracterizaba a Daryl Dixon era su forma de empujar a terceras personas cuando se trataba de crear lazos afectivos.

Intentaba relacionarse lo más mínimo posible con cualquier persona con la intención de no estar ligado a nadie.

Siempre había estado solo.

O en su defecto, su hermano mayor y él.

No necesitaba a nadie más.

O eso llegó a creer en su momento.

Siendo reflejado en el anillo que lo acompañaba tiempo antes de que el fin del mundo tocara sus puertas y les obligara a adaptarse a una vida de supervivencia absoluta.

¿Sobrevivir?

Eso no era nada nuevo para él.

Esa "nueva vida" solo tenía un bonus extra.

No podían preocuparse únicamente por los vivos... Los muertos, eran sus nuevos huéspedes y no desaparecerían de la noche a la mañana.

Por algo se le llama mundo apocalíptico, ¿Verdad?

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– ¿Qué ocurre Darlyina?– rueda los ojos con fastidio al escuchar el tono burlesco de su hermano mayor.

– ¿Qué carajos quieres Merle?– no se sentía de humor para sus estúpidos chistes.

– ¿Acaso estás en tus días?– continúa con sus burlas– ¿Cuándo vas a dejar de jugar con ese estúpido anillo?

Uno de sus nuevos hábitos, cuando se sentía ansioso o nervioso, era hacer girar constantemente el anillo que usaba en su dedo índice.

La mayoría de las veces no era consciente de estar jugueteando con el pequeño objeto.

Y le molestaba que justamente fuera Merle quien se lo recalcara.

Se queda en silencio, aleja sus dedos del anillo y continua con su labor principal, necesitaba flechas para su próxima expedición de caza.

– Hermanita– decide ignorarlo, tomando el pequeño trozo de madera y su cuchillo– ¿Todavía tienes esperanza de que esa puta siga vida?

Ese último comentario si consiguió sacarlo de sus casillas.

Se levanta de su asiento, arrojando el trozo de madera, sin embargo, no lo hace con su cuchillo de caza.

Observa aquellos ojos azules parecidos a los suyos con odio y furia.

– No puedo creerlo– se burla ante la reacción de su hermano– ¿En serio crees que esa muñequita sigue con vida?– pregunta con una sonrisa cínica.

Daryl se mantiene en silencio, sin apartar la mirada, enfrentándolo, como pocas veces solía hacer.

Borra su sonrisa, adoptando una expresión más seria.

– Sé realista, hermanita– habla con seriedad– Ella está muerta o convertida en una de esas cosas.

El Dixon menor aprieta con fuerza su mandíbula, sus dientes chirriaron, al igual que sus puños, los nudillos se tornaron blancos debido a la fuerza empleada.

– Por una vez en tu puta vida– habla intentando controlar su gran impulso de golpearlo o en su defecto, clavarle el cuchillo que empuñaba y comenzaba a lastimar la palma de su mano– Cierra tu asquerosa boca, Merle.

Merle observa con atención la reacción de su hermano menor.

No era novedad que lo molestara con la dichosa chica que apareció de imprevisto para quedarse en la vida de Daryl.

Solía mostrarse enfadado por sus comentarios obscenos, pero nunca, lo había visto reaccionar de ese modo.

Él lo sabía.

Lo intuyó desde el primer momento en que se enteró que sabía su nombre, debido al encuentro muy poco casual que tuvo con ambos.

Nunca se encontraría con su hermano, frente a una academia de baile y mucho menos, que estuviera esperando a una de las dichosas estudiantes de dicha institución.

Era la tercera vez que lo veía rondando en esa calle.

La primera le pareció extraño, casi una casualidad.

La segunda produjo su curiosidad morbosa.

Pero la tercera, era su propia voluntad estar allí y lo confirmó, cuando vió con sus propios ojos, como una mujer se acercaba a su hermano con una sonrisa alegre y desinteresada.

En ese preciso momento en que compartieron saludos, sabía que el mundo del menor de los Dixon había dado un giro completo y como buen hermano mayor que era, no perdió la oportunidad de presentarse ante ellos.

Sonríe irónico.

– Si que estás sensible– se burla, le da la espalda para alejarse de la furia del menor– Esa muñequita, no va a lograrlo, deberías empezar a aceptarlo– con ese último comentario, se aleja para ir con los otros idiotas que conformaban su campamento.

Campamento que pensaban robar después de la expedición a Atlanta por provisiones.

Daryl gruñe con fastidio, vuelve a su sitio, relajando un poco su mandíbula y sus puños.

Mira su cuchillo y lo clava a la tierra, dejando fluir el torrente de emociones turbias que lo afectaban en ese momento.

"Voy a encontrarte, te lo prometo"

Sus palabras, su dulce voz, solía repetirse en su cabeza varias veces al día.

La última vez que se vieron, fue antes de que ella fuera a Atlanta por una presentación a nivel Nacional de su Academia de Danza.

Unos días antes de que el mundo se fuera a la mierda.

Al principio, no comprendió sus palabras, le pareció algo tonto, debido a que era él el que pensaba buscarla cuando regresara para saber el resultado de su presentación.

Lo cual le negaría completamente si intentaba joderlo con eso.

Cuando logró entenderla, deseó no haberlo hecho.

Mira nuevamente el anillo.

Desde su extraña despedida, habían pasado dos meses en los cuales no ha sabido absolutamente nada de ella.

Frustrado por sus propios pensamientos y emociones turbias, se prepara para irse del campamento y adentrarse al bosque.

Toma su ballesta, guarda su cuchillo en su forro y se aleja del sitio, siendo observado por Dale desde lo alto de su caravana.

El grupo ya estaba enterado de su ausencia de un día por irse de caza, por lo que no se molestó en despedirse de nadie.

No era cercano a ninguno de ellos, además, pronto saquearían y se irían del grupo.

No eran para nada importantes en su vida.

Siendo la segunda vez que se equivocaba con respecto a sus relaciones interpersonales.

No lo sabía en ese momento, pero esa gente tan diversa, se volvería su familia.

A través de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora