Residencia mixta.
Esas dos palabras acababan de empeorar mi día, pero es que eso es lo que sucede cuando decides empezar una carrera universitaria con el semestre ya comenzado y en una nueva ciudad.
Mi nombre es Amira Lopez, tengo 20 años y en este preciso instante estoy saliendo de la oficina de alumnos de la Universidad de Guerin, en donde he decidido empezar mis estudios de periodismo.
Y el problema con la residencia mixta es que me he decidido con el semestre ya empezado de que quería estudiar periodismo y no medicina, por lo que ya no quedan habitaciones individuales o con una sola compañera. No, queda un sólo lugar en una residencia mixta cercana a la universidad, lo que significa que voy a tener que compartir casa con 5 extraños, hombres y mujeres.
Medicina no era lo mío; mi madre, Elizabeth, sigue insistiendo en que sólo hice esa carrera porque mi novio la hacía también. A ver, que lo que dice mamá es cierto el 101% de las veces (pero no se lo digan, que se le suben los humos); Marco, mi novio, está en el cuarto año de medicina y es algo que le fascina, mientras que yo en la primer clase supe que ese lugar no era para mí.
Pero ya saben, él decía que yo tenía todo lo necesario para estudiar medicina y yo le creí. De hecho, aprobé todas las materias del primer año, sin embargo, sentía la necesidad de tomar distancia. Así que aquí estaba, a 400 kilómetros de mi hogar y de mi anterior universidad para poder estudiar algo que creía que me gustaba.
— Hola, mi amor— dije respondiendo el teléfono que sonaba en mi bolso.
— Hola, Amira— respondió Marco con mi nombre completo, demostrando que aún seguía enojado por mi repentina decisión de dejar el segundo año de medicina y mudarme de ciudad.
— No sigas enojado conmigo, amor— le pido en tono conciliador mientras seguía caminando por la calle que me llevaba a mi residencia mixta, ¿podía existir un nombre peor?
— No estoy enojado, simplemente estoy preocupado por ti; de la nada dejas la carrera de tus sueños y te mudas de ciudad para arrancar otra que no tiene nada que ver, y para colmo, lejos mío. ¿Qué estás haciendo ahora?
Algo que tenía Marco es que siempre cree que él sabe lo que es mejor para mí, así que este nuevo rumbo en mi vida es totalmente fuera de serie para él.
— Estoy caminando a mi habitación— le respondí— , ¿y tú?
— ¿Y la tienes que compartir con alguien?— hizo la única pregunta que no debía hacer. Marco era extremadamente celoso e inseguro, una de las razones por las que necesitaba tomar distancia de él: puede resultar agotador.
— Claro que no— mentí. Sabía que en cuanto lo descubriera se volvería loco, pero esperaba estar un poco más asentada para cuando eso sucediera— . He tenido la suerte de agarrar la última habitación individual.
— Mmm, sí, suerte— dijo no muy convencido— . Después me podrías pasar un video mostrándome tu nuevo hogar, ¿no? Así me siento un poco partícipe de tu nueva vida...
— Marco— dije soltando un suspiro cansado— , sabes que no es así; sigues siendo tan parte de mi vida como siempre— había llegado al edificio así que debía apurar la conversación— , sólo me vine aquí porque es el mejor lugar para estudiar periodismo. Sabes que te amo, ¿verdad?
— No estoy muy seguro, pero tengo que irme, después te hablo— dijo apresurado— . Recuerda el vídeo— termina de hablar y corta la llamada.
Dejo salir el aire, aliviada de que la conversación haya terminado y me encamino a mi nuevo hogar. Era un edificio viejo, pero se mantenía en buen estado; el ascensor funcionaba bien y eso ya era maravilloso. Me detengo en el piso tres y los nervios se apoderan de mí, ¿debería golpear la puerta o abrir directamente con las llaves que me dieron en recepción? No, esa era mi casa y yo estaba pagando por ella, o al menos una parte de ella.
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La apuesta
Teen FictionAmira decide hacer un cambio en su vida y se muda para asistir a la universidad para poder estudiar la carrera de sus sueños: periodismo, pero al llegar a su residencia mixta, se encuentra con que hay un personaje en particular que no está de acuerd...