Especial de San Valentin♡1era parte

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El mes de febrero, el más gélido y brutal de los inviernos, es también el más corto del calendario y pasa en un abrir y cerrar de ojos. A pesar de ello, en Occidente hay una festividad que se celebra justo en medio de este mes, el día catorce. San Valentín es una celebración de origen cristiano cuya principal costumbre actual consiste en el intercambio de regalos entre novios. De un modo u otro, las empresas pasteleras japonesas convirtieron San Valentín en un momento para que las mujeres profesaran su amor regalando chocolate a los hombres. Incluso esa costumbre evolucionó con el tiempo para incluir el chocolate de los amigos (para expresar amistad platónica y gratitud) y el chocolate de Galentine (regalado por una chica a otra amiga, se celebra solo con mujeres, es el 13 de Febrero).
El Día de San Valentín no tiene una historia especialmente larga en Japón, sino que se estableció cumpliendo una cierta demanda cultural. Es decir, Japón tiene pocas costumbres orientadas a expresar el amor, así que el Día de San Valentín y Japón se unieron en un matrimonio de conveniencia.

En U.A. High, un dulce aroma flotaba por la cocina del edificio de la clase 1-A, donde las operaciones de San Valentín estaban en pleno apogeo. Grandes cantidades de chocolate al por mayor se ponían a hervir, transformando los duros bloques en una sustancia brillante, pegajosa y de color café. Mientras Ochaco Uraraka removía su lote de chocolate, le cayó una pizca en la mano, que enseguida lamió. "¡Qué rico!", dijo, completamente feliz.

Tsuyu Asui -su compañera que sostenía el bol- se rió y dijo: "Oh, Ochako".

En la otra mesa, Mina Ashido dejó caer una gota de su espátula sobre su mano para probarla. "¡Qué rico! Podría bebérmelo todo directamente", dijo.

"¡Déjame probar a mí también!", dijo Toru Hagakure, la compañera de Ashido en la preparación del chocolate. Levantó una mano invisible del cuenco para que Ashido lo mojara con chocolate, lo lamió y dijo: "Sí, ¡está riquísimo!".

Cerca de allí, Momo Yaoyorozu, que estaba descansando de derretir chocolate, agarró dos cucharas y se acercó a las otras chicas.
"Eso es de mala educación, señoritas. Cualquier prueba de sabor debe hacerse con cucharas de degustación. Aquí tienes, Jiro", dijo, tomando una
una cucharadita de chocolate y se la dio a Kyoka Jiro.

"Oh, gracias", dijo Jiro, un poco desconcertada, aunque una probada del chocolate bastó para derretir su expresión rígida.

"¡Vamos, chicas!", dijo exasperado Rikido Sato, que había visto cómo se desarrollaba la escena. "Como les dije, atemperar el chocolate es un arte delicado que puede afectar totalmente al sabor. Asegúrense de que la temperatura es la correcta".

Ante esto, las seis chicas enderezaron la espalda y dijeron: "¡Sí, Sensei! Lo siento, Sensei!" al unísono. Sato era el experto en dulces de la clase A, así que hoy el pâtissier aficionado estaba enseñando a las chicas los entresijos de la elaboración del chocolate. Lo cual no quiere decir que Sato no disfrutara de la actividad; las siete compañeras se lo estaban pasando en grande en la cocina.

"¡Sigan mezclando!", dijo Hagakure. "Estoy deseando probar el producto acabado".

"No olvides que también lo estamos haciendo para los demás", añadió Asui.

"¡Sí, ajá!", dijo Uraraka con una sonrisa. Una imagen de Izuku Midoriya flotó en su mente, pero hizo todo lo posible por guardarla en un lugar profundo y secreto de su corazón.

El plan de la chocolatería había comenzado cuando un grupo de chicos (Minoru Mineta y Denki Kaminari) presionaron a las chicas para que les regalaran chocolate el día de San Valentín.

A partir de ahí, las chicas decidieron que todos podrían disfrutar juntos de los dulces y, muy pronto, el resto de los chicos se entusiasmaron con el plan. Superar las expectativas es uno de los principios básicos de los futuros héroes, pero al fin y al cabo, parecía una oportunidad divertida para disfrutar de dulces hechos juntos, como un equipo.

El príncipe de la clase A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora