En cuanto llegué a mi lugar de trabajo Ana se apresuró a saludarme.
- No sé cómo Vanessa no te ha despedido-Vanessa era mi jefa, era una mujer de unos 35 años casada y con 3 hijos, hay veces que me cuesta imaginarme a ella como una madre.
-Créeme que ni yo lo sé, pero si me dedico su mirada de si no te mato, es porque me apiadó mínimamente de tu miserable vida.
_ Siempre tan positiva ella- Ana puso sus ojos en blanco. Todavía no había llegado gente y supuse que Marcos estaba en el baño, extrañamente siempre iba a la misma hora.
De repente veo que sale del baño, tiene cara de haber visto a un fantasma en la noche y no poder dormirse.
-Hola Queso- lo dice con un tono burlón, como odiaba que me llamara así, según el era porque la luna estaba hecha de queso y yo me llamo Luna, esa es la lógica de la gente con la que me rodeo.
Eso explica todo
-Hola Rodríguez -el odiaba que lo llamarán por su apellido, sinceramente no sé porque, pero era como lo llamaba cuando me decía Queso .
-Amo tu humor mañanero, parece que te drogaste con Aloe Vera.
Dios, ¿por qué todo el mundo tenía que darse cuenta de que me había emborrachado?, No era tan obvia, al menos eso creo.
-Y tu parece que tuviste una noche MUY alocada con Tom- Ana soltó ese comentario y al instante Marcos se puso del color de su pelo, si es que era posible.
-Por lo menos yo sí tengo una vida sexuaemocianal activa.
-¿Qué mierda es sexuaemocianal?- Nunca había oído algo así, igual no me extrañaba, Marcos casi siempre inventaba todo lo que decía.
-Quiere decir que tiene una pareja estable y es feliz desde el tema emocional, pero también que puede follarse con el cuando quiera, técnicamente nos está refregando en la cara su relación perfecta- dice finalmente Ana con una mueca de disgusto, tenía que admitir que tanto ella como yo no éramos muy de parejas, creo que a ella solo la ví una vez con la misma persona, que fue dos días seguidos y nunca más lo volví a ver.
En cambio yo si había tenido una relación larga, muy larga, de casi 9 años, pero me arrepiento de cada segundo que estuve ahí, todavía puedo ver la casa, los ojos rojos, las bot...
De repente entra un cliente.
Vale, era EL cliente.
No, era más que eso.
Dios, era un chico que debía medir 1.80 aproximadamente, tenía el pelo castaño claro y la piel un poco pálida, sus ojos eran... Eran de dos colores, marrón el derecho y verde el izquierdo, aún así incluso sus ojos eran jodidamente lindos, era algo delgado pero a la vez fornido, tenía unos labios un poco delgados pero aún así sentía la necesidad de tocarlos, de sentirlos, de....
UN MOMENTO, ¿Desde cuando yo me había puesto así por un cliente, desde cuándo yo me había puesto así por alguien?
Quizás desde que viste pasar al tipo más sexy y hermoso que hayas visto en tu vida, por cierto te está mirando fijamente esperando que digas algo idiota.
Mierda, de repente lo tenía al otro lado del mostrador, me estaba mirando fijamente y juro que sentí que me derretía, sus ojos eran tan... Tan expresivos. Pero aún así tuve que dejar de mirarlos y concentrarme o al menos tratarlo si es que no quería caerme de culo en el piso.
-Ho-hola, ¿Quiere un café?- Dime que no había tartamudeado y que no había hecho la pregunta más idiota del mundo.
Pues déjame decirte que si lo hiciste, ambas cosas por cierto.
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Algun día
RomanceVale lo admito, soy una mierda y una muy grande, si pudiera decir la cantidad de veces que la cagué tardaría mil años, pero en fin, mi vida era una mierda ¿que más daba si seguía cagando todo?, pero hasta que vi sus ojos en mi café supe que cagarla...