𝐓𝐰𝐢𝐧 𝐟𝐥𝐚𝐦𝐞 ◨Kookmin◧ OS

Único

Entro a casa y lo primero que me encuentro es un cuerpo dormido en el sofá con la boca levemente abierta, mientras respiras con parsimonia.
En tu cabecita hay un pequeño y tierno nido desordenado formado de pelos rubios. 

Al visualizar esa imagen solo puedo soltar una leve sonrisa acompañada de un suspiro enamorado, y procedo a acostarme lentamente a tú lado, aprestándote entre mis brazos para perderme de nuevo en el lienzo de tenues colores que pintan tu rostro.

Y de manera inconsciente mi mente viaja atrás en el tiempo, justo en ese día en el que TaeHyung nos presentó a ambos.

Tú amigo TaeHyung y mi amigo Yoongi habían comenzado a salir solo unos meses atrás y entre los dos tomaron la decisión de presentarnos a ambos, con el objetivo de salir los cuatro juntos a modo de cita doble.

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En aquella cafetería del centro de Busan fue cuando nuestras almas se toparon la una con la otra por primera vez y ese fue el simple punto de no retorno.

Ibas vestido con unos zapatos de color blanco roto, junto a unos pantalones de pana beige algo sueltos, los cuales se moldeaban de una manera sencilla y elegante a tus esbeltas y bonitas piernas. Al subir por tu torso me topé con una camisa blanca a rayas marrones, particularmente está se encontraba encima de un jersey de cuello de tortuga marrón oscuro, favoreciendo de esta manera tu largo cuello.
Por último, tu sedoso pelo rubio estaba cuidadosamente peinado hacia los laterales de tu frente, y adornando tu coronilla se hallaba una bonita boina francesa de un tono muy similar al de tus pantalones.

Para ese momento yo ya me encontraba tocado y hundido hasta el fondo de las profundidades de tu bello ser, entonces fue en ese preciso instante cuando mis ojos chocaron con tu rostro. Unas mejillas algo rellenas, pintadas tiernamente de un suave sonrojo, con esos carnosos y brillantes labios en los que se pintaba una tímida sonrisa, junto a una pequeña nariz de botón bañada por una cascada de pequeñas pecas disimuladas, para finalmente toparme con esos bellos luceros color miel que me miraban con un particular tintineo, estos me recibieron haciendome inmediatamente prisionero de ellos durante unos eternos segundos.

-  ¿Cuál es tu signo zodiacal? — Fueron las primeras palabras que me dijiste, mientras te acercabas a mí lentamente, quedando a unos cuantos metros de distancia que te separaban de mí cuerpo.

Tú pregunta me sorprendió un poco,  haciéndome sentir levemente avergonzado al haber sido descubierto admirándote de esta manera.

- Virgo, ¿Por qué? — Fue la contestación que te di con una pequeña sonrisa, mientras te volvía a mirar. 

- En está vida todo está alineado, créeme — Pronunciaste mirándome de la misma manera en la que yo lo estaba haciendo minutos antes.

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Fueron seis largos y eternos días los que estuve sin ver tu rostro, entonces de un momento a otro te encontré de manera inesperada sentado de manera angelical en un banco de ese parque, mientras leías tú libro sumamente concentrado. Y aquí estaba parado yo, observándote a lo lejos como de si una joya te tratases una vez más.

Te debiste de sentir observado, ya que apartaste tu rostro del libro para mirar fijamente en mi dirección y saludarme con tu mano, mientras una gran sonrisa pintaba tus labios. Esa sonrisa...

Es tan preciosa.

Meses y meses transcurrieron, cuando finalmente fue en nuestra segunda cita donde me contaste que estabas seguro de que yo era tu alma gemela en todas nuestras vidas anteriores, y a pesar de que no pude evitar sentirme algo tímido y sorprendido tras escucharte hablar de esa manera tan directa, solo pude sonreírte en grande mientras asentía frenéticamente.