Capítulo nueve💘

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Lizzie

—¿Liz? ¿Liz?—Greta tiene la cámara tan cerca que puedo ver con claridad sus pecas.

—Greta, ¿Podrías alejar un poco la cámara?

—Cierto, que tonta soy—coloca el móvil encima de una mesa ratona y se sienta en el sillón de su sala—. ¡Hola!

—¡Hola!—respondo con el mismo entusiasmo.

—Te extraño tanto, el taller no es lo mismo sin ti.

Hace un puchero. Le sonrío.

Greta es una de las costureras con las que comparto área, además de que es una gran amiga. Fue extraño, en un primer momento, tener una amiga mujer cuando la mayor parte de mi vida estuve del lado de dos hombres. Lo cierto es que no cambia mucho.

—Te ves bien, tengo esperanza de que James se de cuenta de la mujer que eres y deje a esa tal Celina—dice segura. La sangre corre a mis mejillas—. Hablando de eso, ¿Cómo va el plan?

La traducción de esa última pregunta es: ¿Ya te rompió el corazón o todavía pretendes estar bien?

—Bien, bueno, más o menos—hago una seña con la mano—. Realmente aún no hemos empezado del todo.

—¿Cómo está James?

—Vive en un profundo sentimiento de venganza contra su hermano.

Asiente.

—Genial, ¿Y cómo la estás pasando?

—Extrañamente relajada—Es decir, hoy me siento así en contraste con otros días que tengo que estar revisando todo lo que sale de la boca de Celina para transformarlo en planes—. ¿Y tú?

—Como te dije, te extraño muchísimo pero ya me he encariñado con tus plantas y les cuento mis problemas a ellas.

Me pareció adecuado darle las llaves de mi departamento los días que me ausentara porque alguien tiene que controlar que mi monoambiente no arda en llamas mientras no esté. Y ella vive justo en el departamento de arriba.

—Puedes llamarme cuando quieras—le digo.

—Sí...—suspira—. Creo que lo haré.

No parece estar cómoda, de hecho, se ve bastante rara. Presiento que hay algo que está escondiendo.

—¿Qué pasa?—frunzo el ceño.

—¿A qué te refieres? —Ríe nerviosa.

—Me estás escondiendo algo—la acuso.

Exhala como si se rindiera.

—Estuvo pasando el cartero esta semana.

Uy.

—¿Dejó algo para mí?—Retuerzo las manos sobre mi regazo.

—Sí...—levanta la mano donde lleva una carta—. Este lindo sobre rojo que dice "aviso de desalojo".

Carraspeo.

—Debió equivocarse.

—Pensé lo mismo, pero luego abrí tu mesita de luz y adivina que encontré—. Alza la otra mano para dejar ver cinco cartas más. Maldición—, Espera, ¿Por qué me siento culpable? ¡Tú eres la mentirosa aquí!

Cubro mi cara con las manos.

—Explica ahora que sucede, porque no creo que las colecciones—pone sus brazos en  jarra.

—Creí que si las guardaba, se desvanecerían.

—Así no funciona, cariño—comenta con ese tono dulce y de pena que normalmente usa cuando quiere ser delicada.

Enamorada del Villano [ACTUALIZANDO ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora