Todos los días a la misma hora se dirigía hacia la biblioteca y hoy no era la excepción.
Al llegar saludo a la señora Lee, la encargada del lugar.
Y como era costumbre se sentó en el sofá más alejado del lugar y comenzó a leer.
Todo estuvo bastante...
La fiesta seguía y todos se juntaron en la sala de estar a ver algo en Netflix.
— ¿Que vemos? — Pregunto Yeonjun mientras veía el catálogo.
— Que les parece una comedia. — Dijo Soobin.
— Me parece buena idea. — Beomgyu contesto.
Todos estuvieron de acuerdo y empezaron a ver la película.
Obviamente Taehyun y Beomgyu se sentaron uno al lado del otro.
— Beomie
— Dime, Tae.
— ¿Tienes frío?, te sentí temblar antes.
— Sí, pero estoy bien.
— No te creo. — Taehyun se sacó su chaqueta y la puso alrededor de Beomgyu.
— No tenías que hacerlo.
— Solo me preocupo por tí no quiero que te resfries.
Y de nuevo Beomgyu sintio su corazón latir fuertemente.
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Ya habían pasado unas cuatro horas desde que llegaron y ahora preparaban todo para la pijamada.
— Deberíamos hacer palomitas de maiz. — Jungwon decía mientras sacaba algunos snacks.
— Me encantan las palomitas, definitivamente hay que hacerlas. — Dijo Sunno
— Deberíamos decirles que no hay palomitas — Yeonjun susurró.
— Creo que mejor no. — Soobin le susurró de vuelta mientras se reía bajito.
— Binnie, podríamos hablar un momento a solas.
— Claro, vamos.
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Salieron hacia el jardín de la casa y se sentaron en aquel mueble viejo que hasta ahora seguía intacto.
— Quería darte tu regalo de cumpleaños. — Yeonjun sacó una cajita de su abrigo y se la entrego a Soobin.
— Espero que te guste, yo mismo lo diseñé.
Soobin abrió la cajita y vio un brazalete que tenía unas pequeñas mariposas.
— Es hermoso. — Soobin sentía que podía llorar en ese mismo momento, había notado que eran mariposas monarca las cuales habían sido las causantes de conocer a Yeonjun.
— Esas mariposas fueron las que vimos el día que nos conocimos, cuando las juntas puedes ver qué forman tu nombre.
Soobin se acercó a Yeonjun y le dió un fuerte abrazo — Te quiero tanto, gracias por siempre hacerme feliz.
Ambos se miraron y no pudieron apartar sus ojos, se acercaron tanto hasta que estaban a centímetros de tocar los labios del otro y ninguno pudo aguantar más se acercaron y se fundieron en un beso, un beso que demostraba todos los sentimientos que estuvieron guardados por años en su interior.
