1. Buen Viaje

549 81 187
                                    

—No puedes coger ese avión, Drizella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No puedes coger ese avión, Drizella.

     —¿Ah, no?, ¿y cómo piensas impedirlo? —le digo a mi hermana tomando asiento junto a una ventanilla del ala derecha. 

     —Es una imprudencia, mujer, ¿no lo ves? 

     —Mira, Casandra, lo único que veo es que si me quedo en Madrid me espera un futuro incierto, sombrío y para nada halagüeño. 

     —Bájate ahora mismo de ahí.

     —No. Y a menos que me digas que tú  sí has tenido una visión en la que este aparato desaparecerá en aguas del Atlántico provocándome una muerte lenta y dolorosa, yo desembarco hoy en Lanzarote a las siete de la tarde, hora Canaria*.

      La auxiliar de vuelo me hace señas para que vaya terminando la llamada de teléfono, su cara de enfado me alerta del grito que le he dado a Casandra. Miro la cara de los pasajeros, todos boquiabiertos, todos asustados por mis palabras.

     Pido disculpas silenciosas y me despido de mi hermana.

    —No te preocupes por mí, orco*, de verdad, estaré bien. Y dile a Ágata y a Belatrix que no necesito que me pongan dos velas blancas, hace años que crucé el umbral de su protección.

    —Se llama madurez, cariño, y tú todavía no la alcanzas, ¡qué te marchas a trabajar con un hombre desconocido, Driz!, ¿ué trabajo es ese?

     De mis tres hermanas, Casandra es la que cree tener un radar para detectar el peligro, ¿lo peor?, que también posee un gran poder de seducción y es capaz de hacer que las otras dos la apoyen.

     —Olvidas que seguir en Madrid sí me hará daño.

     —Está bien, por ese lado puedo entenderlo  —se resigna ella.

     Identifico lo que mi hermana quiere decirme con ese suspiro, que para algo la conozco desde que nací. Se ha rendido, no puede convencerme. Supongo qe oírme hablar de mi ruptura con Santi, aunque no lo haya nombrado directamente, es lo que ha hecho que me conprenda.

      —Solo te pido que tengas cuidado con ese hombre, Driz, por favor, no huyas de tu vida aquí para meterte en un infierno, allí.

     Miro al hombre del que habla Casandra, sentado a mi derecha, el que me sonríe e insiste en que debo colgar el teléfono ants de que la azafata me lo quite. Le devuelvo la sonrisa y me despido de mi hermana, elevando la voz para divertirme con el resto del pasaje:

     —Dejo el infierno atrás, confía en mí,  Cas. Y te llamo en cuanto el avión llegue a Lanzarote sin estrellarse en las aguas oscuras y profundas del Atlántico. Un beso, orco.

     La gente que antes callaba para estar pendiente d mi conversación ahora rumorea cosas como accidente, tragedia o catástrofe. 

    —Eres una bruja, ¿lo sabías?

Cómo hacer arder la nieve y otras COSAS DE BRUJA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora